Cressida notó que algo raro estaba pasando con Anémona, así que en cuanto se marchó el príncipe, la reina se acercó a su hermanita y le preguntó qué ocurría.

Tras dudar un poco, Anémona contestó: -Es que, conocí a un chico.

Cressida se quedó estática unos momentos. Luego esbozó una sonrisa y emitió un pequeño grito de emoción: -¡Y te gustó mucho! ¿verdad?- y abrazó a su hermanita con mucha fuerza.

-Sí, nada más que hay un problema- respondió Anémona.

-¿Cuál? ¿Qué no es humano? Eso no importa- contestó la reina.

La menor replicó: -Pues, a él sí le importa. Pero lo que te quiero decir es que a mí me pasó algo más.

Cressida se quedó estática de nuevo. Entonces preguntó: -Un momento... ¿Qué pasó?. Cuéntame todo.

Así que Anémona contó todo lo que aconteció, que por ser ya conocido, no hace falta repetir.
Cuando terminó de hablar, Cressida comentó: -Bien, analicemos los hechos. En primera, tú y Violeta oyeron voces que provenían de la cueva detrás de la cascada, que ahora sabemos que conecta con un túnel subterráneo y submarino a la vez. Tales voces, eran de Ari, (así se llama ¿cierto?), y su hermana mayor. Y él mencionó algo de un ritual, ¿verdad?

-Así es- respondió Anémona.

-Bueno, tengo una teoría respecto a eso, pero no estoy segura, así que la reservo para cuando investiguemos un poco más. Entonces, continuando el análisis: Según lo que cuentas, deduzco que te transformaste cuando caíste a la cueva, y me relatas que luego, al salir, volviste a tu forma original. Así que por ahí va la segunda teoría, que es que ésa es una especie de caverna mágica- dijo la reina.

Anémona pensó por unos momentos y comentó: -Es una buena teoría, pero, ¿no debería haber algo que causara la magia?. Porque los lugares no son "mágicos" así nada más.

Cressida pensó por unos segundos y replicó: -Sí, eso es cierto. Así que... bueno, la forma de descubrirlo sería ir a la cueva de nuevo para investigar... Pero mejor, voy a preguntarle a Tornado acerca de mi primera teoría.

-¿Y por qué no me la cuentas?- preguntó Anémona.

-Porque no quisiera levantarle falsos a nadie, por tanto, tengo que investigar si estoy imaginando algo realmente posible- respondió Cressida.

La hermanita suspiró y dijo: -De acuerdo. Entonces, espero. Pero, ¿qué hago mientras?.

-Pues por lo pronto, necesitas bañarte, porque estás llena de sal, y luego vete a dormir. Mañana veremos qué procede- respondió Cressida.

Anémona se rió y dijo: -Hablaste exacto como lo hacía mamá cuando llegábamos de jugar en el bosque. Pero no me abrazas igual.

-¡Pues cómo, si yo abrazo como lo hacía papá!- contestó la hermana mayor. Las muchachas se rieron, aunque el recuerdo les dejó una sensación agridulce una vez se calmaron.

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Al día siguiente, Anémona, en cuanto despertó, corrió a buscar a su hermana para preguntarle si ya había hablado con Tornado, quien era un hechicero, y consejero del rey, cuyo verdadero nombre era Thorvaldo, pero como de joven era muy travieso, se le quedó ese apodo, y todos los habitantes de la isla lo conocían por Tornado.

Cuando las muchachas se encontraron, Cressida estaba dirigiéndose precisamente a buscar al hechicero en su laboratorio, ubicado en el norte del castillo. Anémona le preguntó si ya lo había visto. -No, pero estoy en eso. Apenas voy llegando- dijo la reina.

Flor de viento, criatura marinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora