Mientras Anémona pensaba en esto, los papás de Ari observaron a la sílfide con detenimiento.

-¿Es ella?- preguntó Gretel.

-Mnn- asintió Coral, con una expresión muy seria en su rostro.

Anémona se agarró fuerte de Ari. Parecía que la iban a arrestar por acercarse a él. Sin embargo, tras unos momentos, la expresión en los rostros de Werner y Gretel se suavizó, aunque Coral seguía igual de feroz.

El primero en acercarse fue el "delfín", que parecía estar revisando si Ari estaba bien. En respuesta, el muchacho acarició al extraño cetáceo, quien respondió con un silbido alegre.

-¿Estás bien Ari? Susto nos guió aquí, parecía muy preocupado- preguntó Gretel. -Estoy bien. Había un caballo gigante que me asustó, pero Anémona me ayudó- respondió Ari. Su mamá sonrió levemente y se acercó a la joven.

-Vaya. Realmente es bonita- susurró a su hijo, y luego en voz alta se dirigió a la sílfide: -Gracias por ayudar a mi pequeño.

Werner, sin acercarse, asintió.

Anémona miró interrogante al joven tritón. Él, a pesar de su nerviosismo, explicó: -Anémona, esa es mi familia. Yo... les dije que te conocimos, y lo que pasó en la cueva.

La muchacha asintió. Decidió preguntar: -Ari, cuando nos conocimos en la cueva, mencionaste algo de un ritual. ¿De qué se trata?

Ari volteó, buscando la aprobación de su padre para responder. Werner asintió, así que el joven explicó: -Eh, es una prueba de orientación. Si puedes cruzar la cueva sin ver, sólo guiándote con el sonido, pruebas que estás listo para ser independiente.

-¿De veras? No sabía de algo parecido.

-¿No? Bueno, creo que no importa.

-¿Por qué no?

Antes de que el muchacho respondiera, Singular se acercó nuevamente a Ari, pero esta vez, el "delfín" se interpuso. Inesperadamente, tomó la forma de un caballo también, con lo que todos se sorprendieron.

-¿¡Qué rayos es ese animal!?- exclamó la muchacha.

-No es un animal, es un nokk- respondió Coral con fiereza.

Anémona ya había oído a Cressida mencionar a esos seres, aunque no recodaba con detalles. Se acercó y tomando a Singular por las riendas, lo alejó del nokk.

Ari hizo lo mismo con el nokk: -Susto, déjalo. Anémona no dejará que me lastime.

El nokk resopló y retrocedió, tomando la forma de un caballito de mar, y se enroscó en los dedos del joven.

-¿Susto? Qué gracioso nombre- dijo la muchacha.

-No creas. Apenas ayer lo encontramos... o más bien él nos encontró. Y creímos que nos iba a comer, por eso le puse Susto- explicó Ari.

Anémona rió suavemente. No sabía por qué, pero Ari era capaz de tranquilizarla simplemente hablando.

Sin embargo, no habían ido a buscarla sólo para hablar de mascotas. Después de la visita al tío Google, Ari había decidido qué quería hacer: -Te creo que seas una sílfide. Quiero que vuelvas a vivir.

Anémona se sorprendió, pero sólo abrió mucho los ojos. Él tenía el corazón acelerado, y no estaba seguro de cómo continuar.

Intervino Gretel: -Ari cree que eras una sirena antes de que te convirtieran en una sílfide. Realmente quiere ayudarte a conocer de dónde vienes en realidad.

La joven pensó por unos momentos. No tenía sentido que su especie original fuera una sirena, ya que en su familia eran humanos. Sin embargo, para obtener la explicación a aquella transformación, según las palabras del hechicero supremo, era importante la ayuda. Aún así, no se sentía segura de querer que le ayudaran. Principalmente porque parecía que solamente no la atacaban porque Ari los había convencido de dejarlo acercarse a ella.

Flor de viento, criatura marinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora