Así que Anémona, después de curar a Violeta, cargó al muchacho para llevarlo al bosque nuevamente, aunque se quedaron en las afueras, siendo aún visible la costa y el agua del mar.
Ari respiró hondo y dejó que Anémona lo levantara. Aunque le gustaba estar entre sus brazos, era un poco incómodo, pues al salir de agua, sentía como si su cuerpo fuera más pesado.
La muchacha lo bajó con cuidado entre la hierba, mientras que la sílfide corrió para buscar algunas cosas que pensó serán útiles.
Ari se puso a jugar con la hierba mientras esperaban a que volviera Violeta, pero le surgió una duda: –Anémona, ¿los pescadores pelean para defenderse de qué? ¿contra qué especies corren peligro? – preguntó.
La joven dudó antes de responder: –En realidad, no recuerdo ninguna especie que sea peligrosa para los pescadores. Normalmente es para defenderse de ellos mismos.
–¿Pelean entre ellos? ¿Como los delfines?
–Eh... no sabía que los delfines también lo hacían. Supongo que sí.
Ari se acostó en el suelo, mirando al cielo, que estaba oscuro por las nubes que se acumulaban previo a la tormenta. –En nuestra especie no nos peleamos entre nosotros. O al menos yo no conozco historias que hayan ocurrido así – afirmó.
–Qué suerte tienes. Hace no mucho tiempo, hubo una guerra entre los cuatro reinos de Toivonpaikka. Si no fuera porque Haakon ideó un acuerdo que arregló los problemas, seguiríamos peleándonos, sería más peligroso para ti.
–Entonces, ¿significa que no te conocería?
Anémona no contestó, pero se dejó caer junto a él, tocando una de sus manos para mostrarle que no lo dejaría solo.
Mientras ellos hablaban, Susto escuchó un sonido entre los arbustos, por lo que decidió ir a investigar, pero primero cambió su aspecto al de un caballo para que no fueran a intentar comérselo. Se acercó entonces y metió su cabeza entre las ramas, espantando a un pájaro, que era el causante del ruido. Al notar esto, los muchachos vieron en dirección a donde se encontraba el nokk, y verlo con esta apariencia, Anémona tuvo una idea: –Creo que sería bueno que también sepas cómo montar a caballo.
El joven miró a Susto y preguntó: –¿Y eso como para qué?
–No puedo estar cargándote siempre, y tampoco puedo traer a Singular todos los días, pero Susto siempre te sigue, así que si puedes guiarlo mientras tiene esta forma, podrías ser más independiente en tierra – explicó ella, y se acercó al nokk para tratar de guiarlo hacia Ari, pero el "caballo" relinchó y la esquivó, corriendo después hasta el tritón.
–Intentaré entonces – afirmó él, y se agarró del cuello del nokk, pero, aunque intentó recordar cómo subía Anémona al lomo de Singular, no supo cómo imitarla.
En ese momento, Violeta regresó, y al ver al muchacho colgando del cuello de Susto, se empezó a reír. Anémona no supo a cuál de los dos debía ayudar primero, pues su amiga cargaba varias ramas y unos grandes fragmentos de corteza de árboles, y al estar riendo, parecía que se le caerían en cualquier momento.
Afortunadamente, Violeta pudo calmar su risa rápidamente, y dejó su carga en el piso para ir a ayudar a Ari, y Anémona la siguió. Entre las dos lo subieron al lomo del nokk, acomodándolo para montar de lado.
Ya estando arriba, él explicó a Violeta: –Anémona cree que debería aprender a guiar a Susto como caballo para que pueda viajar en tierra.
–Eso no lo había pensado, pero me parece muy buena idea – respondió ella.
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Flor de viento, criatura marina
FantasyPrimera historia de "La visión del hechicero" En una isla con cuatro reinos, la paz se vio alterada cuando el príncipe Erik, del reino de Heland, viajó desde el continente para pedir ayuda al rey Haakon de Toivonpaikka. En Heland, despreciaban a los...