Aunque el drakkar era un barco más grande que los knarres, no parecía que fuesen a tardar mucho en recorrerlo por completo, lo cual tranquilizó un poco a Anémona, pero de todos modos no bajó la guardia. Se mantuvo lo más cerca posible a Cressida para apoyarse en ella si perdía el equilibrio, pero no puso atención a lo que hablaban durante el recorrido, ya que se concentró en buscar rastros de la presencia de los patatones.

Y en efecto, al pasar cerca de la entrada al área donde se encontraban los remeros, observó que la puerta tenía marcas como las de los cuernos de los patatones, que eran similares a los de los antílopes. Según parecía, habían sido hechas al intentar abrir la puerta, aunque no le era tan fácil deducir si lo habían logrado, pero por el momento no importaba. Anémona señaló a Cressida las marcas en la puerta.  La mayor observó y pensó rápido. Como había supuesto, los patatones se ocultaban en la sección de los remeros, donde pasarían desapercibidos más fácilmente, debido al desorden en que se encontraban por lo general estas áreas. Probablemente no les mostrarían ese lugar, así que había que hacer algo para poder entrar a investigar.

Antes de que se alejaran del área, la reina se acercó a su esposo y le susurró algo. Haakon asintió y en voz alta, dijo al príncipe: –¿Sabe? Me parece que les sería muy útil para ustedes el uso de herramientas como el barómetro y el sextante.

–Hmm, ¿son los dos últimos que nos mencionó ayer, cierto?– respondió Erik.

–Exactamente. Aunque no traemos ninguno de los dos, creo que sería posible explicarles cómo funcionan– afirmó Haakon.

Desde luego, Erik y el resto de sus compatriotas estuvieron de acuerdo, por lo que el rey y la reina de Toivonpaikka procedieron a explicarles el funcionamiento de los mencionados instrumentos de navegación.

Mientras tanto, Anémona aprovechó la distracción creada por los monarcas y rápidamente abrió la puerta y entró al área de los remeros. Como precaución adicional, la muchacha volvió a hacerse invisible para no ser descubierta.

Esta sección del drakkar era por mucho la más amplia, pero también la más descuidada. Como ya mencioné, por lo general los remeros eran esclavos o prisioneros, así que no se les daba una atención adecuada, a pesar de que en realidad, si no fuese por ellos, los barcos no podrían navegar a menos que hubiera viento constante… en fin, la humanidad.

Anémona avanzó con cuidado entre los remeros, procurando no delatarse sola. Buscó con la vista señales de la presencia de patatones. No tardó mucho en advertir que había un pequeño grupo de remeros que formaba un círculo alrededor de algo, así que se acercó a ellos lo más rápido que pudo, pero antes de llegar, el grupo se dispersó, y un par de patatones corrió rápidamente hasta la salida. La joven los siguió; esta vez no dejaría que escaparan sin obtener unas cuantas explicaciones.

Los pequeños seres recorrieron en unos segundos un espacio bastante considerable y llegar a la cubierta; si no fuera por la velocidad que tanto tiempo de correr por la isla había adquirido la joven, no habría tenido oportunidad contra ellos. Estando ya cerca de la escalera para bajar del barco, Anémona se lanzó y atrapó a ambos patatones. Viéndose prisioneros, los dos tuvieron miedo y dijeron con los ojos cerrados: –¡Por favor, no nos hagan nada! ¡Sólo queríamos ayudar!

–Tranquilos, no los voy a lastimar. Pero expliquen: ¿a qué se refieren con “ayudar”– preguntó la muchacha.

Los patatones abrieron los ojos y vieron que quien los había atrapado era Anémona. Aunque no la conocían personalmente, se sintieron aliviados de que fuera ella, pero no lo suficiente para no preocuparse.

Con inquietud, uno de los dos comenzó a hablar: –Hace unos días, decidimos venir a investigar, ya que gracias a uno de los inventos que les intercambiamos a los sílfos, detectamos una extraña radiación, similar a la que…– pero se interrumpió, ya que en ese momento apareció el príncipe. Atemorizados, los patatones se hicieron bolita, tratando de ser menos llamativos. Anémona rápido los escondió detrás de sí mientras Erik se acercaba a ella.

Flor de viento, criatura marinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora