La mañana siguiente, Anémona estaba en la pequeña biblioteca del castillo. Se había levantado más temprano que de costumbre para interceptar a Cressida, ya que quería hablar con ella un poco más antes de marchar al bosque, puesto que el día anterior no habían hablado acerca de la reunión con la familia de Ari. Sin embargo, el primero en llegar a la biblioteca fue Erik.

Cuando la muchacha lo vió entrar, rápidamente se volvió invisible, pero como no tenía la práctica que otras sílfides para controlar esta habilidad, se escondió bajo un escritorio, previendo que el príncipe la descubriera.

En efecto, Erik, aunque estaba seguro que había alguien más en la biblioteca, no consiguió descubrirla. Un tanto desconfiado, se acercó al único librero y revisó algunos escritos. Anémona contenía el aliento para no revivir sospechas de su presencia, cuando entró una segunda persona. Esta vez se trataba de Olaf, quien buscaba a Haakon, pero al encontrarse con el príncipe, y ver que estaba leyendo, lo saludó: -Buenos días, su alteza.

Erik lo miró y contestó el saludo: -Buenos días. Usted es Olaf, ¿cierto?

-Sí, ese soy yo- respondió el consejero.

El príncipe lo observó y dijo: -Tengo entendido que es uno de los consejeros del rey Haakon. Aunque, creo que es muy joven aún para tal puesto, pero supongo que las apariencias engañan.

Anémona se esforzó en no aparecer y decirle lo que pensaba de él.

Mientras, Olaf contestó: -Bueno, eso es verdad. Pero, ¿qué lee usted?- se agachó un poco para leer el título del libro que sostenía el príncipe. Era un antiguo libro acerca de los dragones.

-Ah, ya veo. Ese es muy interesante- afirmó el consejero.

Erik volvió a poner el libro en su lugar y dijo: -¿En serio?. No comprendo cuál era el propósito de catalogar a los dragones. Lo único que se debía hacer era cazarlos. Gran noticia fue que se hayan extinto.

-Pues, a mí me parecen importantes estos registros. Después de todo, en el futuro podría ser importante para que las personas sepan lo que se perdieron- comentó Olaf, mientras miraba por la ventana, soñando despierto con los dragones.

Erik lo miró sorprendido, pero prefirió no discutir. En cambio, preguntó: -¿Sabe dónde está el rey?

-No, venía a buscarlo precisamente. Iré a ver en otro lugar- contestó Olaf, y tras hacer una reverencia, salió de la biblioteca.

Erik recorrió el librero con la mirada. Suspiró con fastidio y se marchó también, pero se detuvo en la puerta, al ver que llegó Cressida.

-Buenos días majestad- saludó él.

-Buenos días. Supongo que busca a Haakon- contestó la reina.

-Sí. Pero, antes, dígame; ¿le gustaría conocer nuestro drakkar?

Cressida pensó rápido. El príncipe le estaba dando la oportunidad de investigar qué ocurría en ese barco al que subían furtivamente patatones.

-Me encantaría. Se lo diré a mi esposo.

-Entonces, nos veremos allá. ¿Le parece bien, en media hora aproximadamente?

-Délo por hecho.

Erik sonrió, hizo una reverencia y se fue. Cressida entró a la biblioteca y se acercó al librero. Mientras buscaba con la mirada un libro, Anémona salió de abajo del escritorio, aún invisible, pero antes de que volviera a la normalidad, Cressida, que había notado su sombra, (la cual no se hacía invisible), volteó hacia ella y dijo: -Buenos días hermanita.

Flor de viento, criatura marinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora