Luego de un largo rato, en el que las sirenitas estuvieron batallando por hacer que Anémona jugara como ellas querían, finalmente se cansaron y se quedaron dormidas. Ari y Coral las acomodaron junto a Sindri para que los tres descansaran. Susto se acomodó también entre ellos, aunque no para dormir, sino para escapar del bebé, que quería jugar con él, pero como a veces era un tanto brusco, el nokk prefirió mantenerse a salvo entre los hermanos mayores.
Mientras, Anémona intentó cargar a Leif, pero él no se dejó, ocultándose detrás de Ari. La muchacha protestó: -Creo que hay que suponer que tampoco le caigo bien.
Ari se rió y negó con la cabeza, pero no dijo nada, simplemente se sentó junto a ella y volvió a tomarla de la mano.
Coral levantó al bebé y se acercó a Ari y Anémona. Los cuatro permanecieron en silencio por unos instantes, hasta que la hermana mayor decidió hablar, dirigiéndose a la joven: -Ya que estás aquí, creo que podrás escuchar por ti misma la historia de la que hablábamos.
-Ah, sí. Creo que sería bueno - contestó Anémona, trabándose un poco, ya que al principio no recordaba de qué historia hablaba, pero recordó que mencionaron la que creía era la misma que había contado Erik, acerca del tritón que e había enfrentado el rey de Heland.
-Bien, entonces iré a buscar a mi papá - afirmó Coral, dejando enseguida al bebé en los brazos de Ari: -Cuídalo mientras vuelvo-, y salió de la habitación.
-Con todo lo que ha pasado, ya ni lo recordaba - explicó Anémona.
-¿En serio? ¿Hay muchos problemas en donde vives? - preguntó Ari.
-Sí, y he tratado de ayudar a resolver todo, así que a veces me olvido de algunas cosas.
-¿Puedo ayudarte con algo?
-No creo.
Ari sostuvo a su hermanito con uno de sus brazos, y extendió el otro para abrazar a la muchacha, quien lo permitió, pues era algo que le ayudaba a sentirse mejor.
Mientras estaban en esta posición, llamó la atención de la muchacha un agujero no muy grande en una de las paredes, que dejaba ver parte del exterior, revelando un paisaje al que no pudo poner atención cuando llegaron a la "casa".
Una llanura de arena, interrumpida frecuentemente por rocas, corales y algas más pequeñas que las del bosque donde estaban los papás del muchacho, se extendía indefinidamente hasta la lejanía. Pasaban muchos animales nadando en ese lugar, lo que le recordó a Anémona que Ari iba a explicarle de qué hablaban sus hermanitas al mencionar a los viajeros, así que le preguntó: -Entonces, ¿es frecuente que las sirenas y tritones viajen a otros lugares?
-Sí, muy frecuente. Lo normal es viajar en grupos, pero algunos se atreven a viajar solos. Antes de que nosotros naciéramos, papá viajaba con el tío Google, y mamá viajaba sola. Continuaron viajando después de que nació Coral, pero cuando nací yo decidieron que no era buena idea seguir, porque siendo dos niños ya era más complicado defendernos, así que nos quedamos aquí. Dice mamá que cuando Leif tenga ocho o nueve años podremos volver a viajar, ya hora todos juntos, pero no veo que a mis hermanitos les llame la atención ir más lejos de lo que ya conocemos.
-Oh, ya entiendo. ¿Y a ti te gustaría viajar? - preguntó Anémona.
Antes de que Ari respondiera, Coral regresó, y esta vez la acompañaban sus papás.
Werner se dirigió a Anémona:
-Mis pequeños me dijeron que querían que les cantara una historia en específico. Lo haré, pero estoy seguro de que no está relacionada contigo, ya que fue por eso que pregunté muchas cosas a tu hermana mayor.
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Flor de viento, criatura marina
FantasyPrimera historia de "La visión del hechicero" En una isla con cuatro reinos, la paz se vio alterada cuando el príncipe Erik, del reino de Heland, viajó desde el continente para pedir ayuda al rey Haakon de Toivonpaikka. En Heland, despreciaban a los...