-Bien, entonces, ustedes se van y yo mientras voy a vigilar el bosque- afirmó Violeta.

Anémona asintió, pero decidió que debería decirle lo que el rey Haakon había ordenado: -En realidad, ya no tenemos que seguir vigilando de la misma forma el bosque, pero si lo prefieres, nunca está de más echar una miradita a los alrededores.

-Está bien- respondió la sílfide.

La muchacha respiró hondo y entró al agua. El joven la estaba esperando, ya con el cristal en su mano, y le colocó el improvisado collar, transformándola de inmediato.

Ya como sirena, Anémona intentó nadar sola, pero con el primer coletazo se impulsó tan fuerte que se estrelló con la arena del fondo. Ari se acercó rápidamente a ella: -¿Estás bien?

-Pues... creo que sí. No sabía que era tan fuerte - contestó Anémona, levantándose despacio.

-Hmm, ¿habías intentado nadar antes?

-Pues, así no. Nadar siendo sirena se ve más fácil de lo que es.

El muchacho se rió y la tomó de las manos: -Creo que ahora tengo que enseñarte cómo se hace.

La jaló suavemente hacia donde el fondo quedaba un poco más lejos, y tocándola por la espalda, indicó: -Tienes que impulsarte moviendo desde aquí hasta tus aletas, y con tus brazos controlas en qué dirección vas.

Anémona intentó hacerlo así, pero no consiguió ir hacia el frente, sino que subió.

-¿Y ahora qué hice mal?

Ari estaba tratando de no reírse, pero de todos modos contestó: -Es porque te impulsaste desde la cabeza, debes tratar de no moverla.

Anémona resopló y volvió a intentarlo, esta vez casi lo hizo bien, excepto porque movió los brazos antes de tiempo.

-Bueno, eso es más fácil de corregir. Hazlo igual, pero mantén los brazos quietos- indicó Ari.

-De acuerdo. Pero, ¿no tardaremos mucho en llegar a tu casa? - inquirió ella.

-No te preocupes por eso, además, si no aprendes, no llegaremos nunca. Sigue practicando.

Anémona resopló nuevamente, ya que eso era casi lo mismo que le había dicho a él hacía un rato. Continuó probando, hasta que logró nadar de manera más estable. Cuando lo consiguió, Ari indicó: -Trata de seguirme ahora - y comenzó a nadar despacio frente a ella.

La muchacha entonces fue detrás de él, consiguiendo mantenerse en la misma dirección, pero no tardó en notar que avanzaba más rápido que Ari, y preguntó: -¿Estoy yendo muy rápido o tú vas muy lento?

-Vas más rápido, pero no te preocupes. Aunque fuésemos lo más rápido que podamos, de todos modos me ganarías, porque tus escamas te dan ventaja en cuanto a velocidad.

-Ah... ¿cómo? ­ - Anémona se detuvo y miró su cola con más detenimiento. Aparte del color blanco que se iba convirtiendo en lila, hasta ser morado al llegar a sus aletas, no había observado que sus escamas eran más pequeñas y finas que las de Ari, grandes y filosas. Bastante diferentes.

-Ehm, si quieres mejor vamos juntos - sugirió él, tomándola de la mano.

-Sí, creo que será mejor - asintió ella.

De esta manera, siguieron avanzando. Después de un rato, la muchacha se cansó, ya que no estaba acostumbrada a moverse de esta forma, y preguntó: -¿Todavía falta mucho para llegar?

-Sí, todavía falta. Pero si estás cansada, puedo llevarte.

-¿Seguro?

-Claro, no hay problema.

Flor de viento, criatura marinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora