Una vez las puertas del elevador se abrieron en el nivel número 18, entramos.
Me sentía completamente incómoda y fuera de lugar, contraria a Liv, que descalza caminaba como si de su casa se tratase.
—¡LEO! ¡PRIMO DE MI CORAZÓN! ¡SANGRE DE MI SANGRE! ¡¿DÓNDE TE HAS METIDO?!
Liv empezó a subir las escaleras puesto que nadie estaba en la planta baja. Por un lado, quería quedarme sentada en una esquinita del sofá esperando a que nos permitieran quedarnos a dormir, pero por el otro sabía que Liv no era la persona más sutil cuando se trataba de hablar y era mejor estar ahí para apaciguar lo que iba a decir.
Subí lentamente detrás de ella y una vez llegamos, vimos a Leo y Becca besándose acurrucados en el sofá.
—Ante ustedes, la muerte en persona succionando la felicidad de mi pobre primo.
Ambos giraron y nos vieron. Leo frunció el ceño; Becca correspondió la mirada desagradable de Liv.
—Mejor succionar la felicidad de alguien, que lo que tú succionas de un desconocido en el baño de un bar arrodillada —repuso Becca—. Dime, ¿les preguntas si tienen sífilis antes o después de...?
—Amor... —susurró Leo con mesura para después dirigirse a su prima—. Y créeme Liv, pobre no soy —dijo dándole un beso en la mejilla a Becca quien alzó la ceja con una sonrisa triunfante, a lo que Liv reaccionó rodando los ojos.
—Ugh, primo. ¿Puedes alejarte de ese ser oscuro? —preguntó indignada—. Amo el romance, pero verlos así es ughhh... No puedo ni siquiera verlos.
—Somos dos —dijo Derek, quien apareció de repente. Había salido de su habitación y solo llevaba un pantalón de algodón mientras que con una mano sujetaba una camiseta. Noté que se había terminado de bañar porque sus hombros tenían algunas gotas de agua y llevaba el cabello húmedo.
Pinche Keller. ¿No pudo ponerse feo esos meses?
—¡También odias a Morti! —le exclamó Liv emocionada.
—No, pero verlos siempre acurrucados es algo... deprimente.
—Solo porque quieres lo mismo, hermano.
Derek me vio y me recorrió con la mirada con una sonrisa algo divertida. Al instante, me crucé de brazos intentando que no lograra ver mi pecho. Me enfoqué tanto en eso que no vi cuando Liv se alejó de mi lado. Ella fue al medio del sillón, separó a Becca de un caderazo y se sentó en medio de la pareja.
—Muévete, Morti.
—Olivia siempre metiéndose en donde no la llaman —repuso Becca.
—Oh, querida, pero tu papá sí que me llamó.
Becca apretó los labios y antes de soltar uno de sus comentarios asesinos pero elegantes, Leo intervino:
—Liv, prima mía —habló con una sonrisa amable, pero forzada—, no es que no quiera que estés acá... ¿pero qué haces acá?
—Nos quedaremos a dormir —afirmó sin problema alguno.
—¿Ah, sí? —preguntó Derek viéndome—. No que me vaya a quejar, pero ¿podemos saber por qué?
—Porque Ava quería verte —dijo Liv.
—Exac-¿qué? ¡No! —exclamé y la hice pedazos con la mirada—. ¡Liv!
Ella no me hizo caso porque seguía lanzándole caderazos a Becca, quien la miraba como si fuese un germen con problemas hiperactivos.
—¿Querías verme? —preguntó Derek en voz baja a la vez que daba un paso hacia mí.
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ABISMO © [Disponible en físico]
Romance¡YA EN LIBRERÍAS! [Esta versión es un borrador] Ella no quiere caer por él. Él quiere recuperarla. Dos promesas en guerra. Solo una puede cumplirse. Tras descubrir la verdad, Ava ha decidido empezar una nueva vida libre de secretos y lejos de qui...