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Instantes después de que Ava saliera del restaurante por la cena organizada por Lex.
Mi cabeza iba a mil.
Lex se apellidaba Keller.
Leo había matado al novio de Sabrina.
Derek podía ir a la cárcel.
Y tenía la posibilidad de evitarlo si me volvía el peón de Lex.
Pero yo no era un peón, y mucho menos me dejaría utilizar.
Me apresuré en entrar a mi coche y conduje al edificio de Liv. Lo primero que hice al entrar al piso fue sacarme los tacones y ese vestido que se había adherido a mi cuerpo como una segunda piel de los nervios. Me coloqué unos vaqueros, una camiseta y unas zapatillas. Lo segundo fue revisar mi móvil, pero no los mensajes ni las llamadas: el móvil como tal.
Llámenme loca, pero mi cartera y mi abrigo me los había entregado el mayordomo del restaurante. Es decir, por más de treinta minutos mi móvil estuvo lejos de mí y en manos de trabajadores de Lex. No me habría sorprendido si hubiese plantado un micrófono, un rastreador o alguna de esas cosas de película de acción que de seguro le fascinaban a ese imbécil con tal de prevenir que no dijera nada.
Ni siquiera sabía lo que buscaba, pero preferí cubrirlo en mantas como un bebé, meterlo al fondo de mi armario y salir de mi habitación. Di pasos como loca, pensando cómo podía salir de ahí para hablar con quien quería hacerlo, pero temía ser descubierta por Lex. ¿Y si me había seguido? ¿O tenía a alguien que me siguiera siempre?
No podía poner aún más en riesgo a Derek cuando lo único que quería era protegerlo.
Me torné tan paranoica que me acerqué al salón para cerrar las cortinas y cerrarme del mundo como la protagonista de You nunca hizo, pero, al hacerlo, noté el auto de Edward estacionado al otro lado de la calle.
«Bendito seas, Edward Cullen».
Solté un suspiro aliviado, y me acerqué al teléfono que me conectaba con la recepción del edificio.
—Buenas noches, soy del 5B, ¿podría llamar al hombre del coche negro que está estacionado afuera, matrícula AHCB 012, e informarle que Ava Muller necesita que la recoja por la parte trasera del edificio?
Una vez aceptó, bajé al primer nivel y salí por la puerta de emergencias, y no tuve que esperar mucho cuando el Mercedes negro de Edward llegó hasta mí.
—¿Qué sucede, Ava? —me preguntó con la ventanilla abajo, seriedad y formalidad en todo su semblante—. Si tienes un problema, debes decírmelo.
Pero yo no iba a revelarle nada cuando lo primordial era encontrarme con Derek, por lo que me encargué de no levantar sospechas.
—¡Problema tiene mi amiga! ¡Su novio le fue infiel!—comenté metiéndome al asiento trasero—. Necesito que me lleves a su casa, por favor.
—Tú nunca me has pedido un favor —indicó sospechoso—. ¿Por qué ahora sí? ¿Debo preocuparme?
—Iría sola pero mi coche no enciende. Tú mismo lo has visto, está viejo el pobre.
—¿Y por qué me citas en un callejón? —Me vio por el espejo retrovisor aún no muy seguro.
—¿Prefieres ir por la calle principal donde está todo ese tráfico intenso y desagradable? —negué frenéticamente—. Vamos por ahí si quieres, pero, Madonna, para cuando lleguemos mi amiga ya habrá llorado, superado y regresado con su ex.
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ABISMO © [Disponible en físico]
Romance¡YA EN LIBRERÍAS! [Esta versión es un borrador] Ella no quiere caer por él. Él quiere recuperarla. Dos promesas en guerra. Solo una puede cumplirse. Tras descubrir la verdad, Ava ha decidido empezar una nueva vida libre de secretos y lejos de qui...