Capítulo 32

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Eran las 9:00 PM del día siguiente.

Mi reflejo en el espejo de mi habitación era el mismo desde hacía más de diez minutos.

Y lo odiaba.

Mis pies descansaban sobre tacones negros de suela roja, mis piernas estaban envueltas por medias negras hasta los muslos, y ligas unían las orillas con ropa interior de encaje negro. Un conjunto de sujetador y bragas que en otras circunstancias sería hermoso. En esas, era incluso repudiable.

Me sentía una muñeca. No por lo bonita, sino por el juego al que había entrado.

Me acerqué a mi cama, donde había dejado la caja vacía que Lex me había enviado esa mañana y saqué un pequeño sobre:

Lleva solo esto bajo un abrigo, ni una prenda más, y colócate el perfume que te regalé tanto tiempo atrás.

Esta noche harás un verdadero espectáculo para mí y voy a disfrutarlo.

—Eres un hijo de puta —dije entre dientes leyendo la nota.

Abrí mi armario, cuyo desastre era notorio y rebusqué hasta encontrar el estúpido perfume que alguna vez él me obsequió, mismo que olvidé botar. Saqué la botella oscura y lo apliqué en mi cuello y en mis muñecas. El olor inusual de inmediato me provocó una sensación nauseabunda.

Todo lo que estaba relacionado con Lex tenía esa reacción en mí.

Coloqué un abrigo sobre mi cuerpo prácticamente desnudo, pasé mi cabello suelto a mi espalda y repasé mi reflejo una vez más. Tomé aire y, apretando los puños a mis lados, me dije:

—Vamos, Ava. Sabes lo que debes hacer.

Y con el estómago hecho un manojo de nervios, salí del departamento de Liv con destino al hotel donde tendría que volverme una verdadera actriz.

No llevé mi coche, no sabía si sería capaz de conducir más tarde en la noche, y el taxi me dejó a tiempo en las puertas del exclusivo hotel. Me acerqué a recepción, recibiendo una sonrisa juiciosa del trabajador allí, y subí hasta el nivel donde estaba la habitación que Lex había reservado.

Con cada paso que daba, las imágenes de lo que iba a suceder dentro de esa habitación se tornaban más asfixiantes.

¿Sería capaz de hacerlo?

Comparé los números de habitación con los que mostraban la tarjeta que Lex me había enviado, y solo hizo falta posarla sobre el sensor para que las puertas se abrieran.

Por Derek. Hazlo por Derek.

El segundo que puse un pie dentro, solté un suspiro tembloroso.

Las luces tenues creaban un contraste estremecedor, como si las sombras supiesen que todo lo que sucedería iba a ser una gran mentira. Había un pequeño vestíbulo, donde reposaban dos copas vacías junto a una botella de champán dentro de un contenedor de acero con hielos. Di varios pasos hasta que entré a la zona principal: una gran cama decorada con varios pétalos de rosa encima y muchas velas encendidas. Un escenario tan perfecto como falso.

Frente a esta, dos puertas de cristal abiertas mostraban un balcón del que se veía toda la ciudad. Las cortinas no rozaban más el suelo porque el suave aire las movía y a pesar que toda la escena era tétrica, lo que más me pareció importante era que estaba completamente vacía.

Caminé hacia el balcón, donde imaginé que Lex me estaría esperando con estúpida sonrisa maligna.

—¿Lex? —lo llamé haciendo a un lado la cortina y dando un paso adelante, y si bien la vista de Toronto me dio la bienvenida, él no lo hizo.

ABISMO © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora