Capítulo 34

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Advertencia de contenido +18

Si no disfrutas de leer este tipo de escenas, debes saber que en este capítulo hay una. Puedes obviarla cuando llegues a ella y seguir leyendo. A quienes sí las leen, disfruten pecadores.

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13 pisos.

13 eternos pisos tuve que subir por las escaleras desde la planta 5 hasta la 18 para que la cámara del elevador de nuestro edificio no me viera entrar a casa de Derek.

Me había bajado de la camioneta de Leo hacía unas cuadras para poder entrar al edificio sola y que quedara evidencia en las cámaras de seguridad. Podría estar algo paranoica, pero que Lex tuviera algún acceso a las cámaras del edificio no sonaba tan extraño, en especial considerando que sabía que vivíamos en el mismo. Sin embargo, las cámaras de las escaleras llevaban un tiempo sin funcionar así que pensé que podía utilizarlas. Solo no creí que subir escalones cansaría tanto, joder.

Sin fuerza, empujé la puerta de emergencias que desembocaba detrás de la cocina y entré al salón, donde Derek se estaba quitando el saco que había llevado al evento donde nos habíamos roto el corazón.

—Esto de tener que ocultarnos es más cansado de lo que pensé —dije, acercándome a él.

Al notarme, sonrió, pero sus ojos se fijaron en mis pies descalzos.

—¿Y tus tacones?

—Me los saqué en el piso 10. —Exhausta, los levanté con una mano—. Pensé dejarlos, pero son muy bonitos. Aunque no creo que pueda volver a usarlos. Ya no siento los pies.

Rio, dejando su saco en el sofá, y me dio el encuentro a medio camino.

—Te dije que podía ser yo quien bajara al departamento de ustedes.

—Pues ya me arrepentí de haberme negado.

—Venga, apóyate en mí. —Derek me vio con una suave sonrisa y se agachó para pasar un brazo por mis piernas y otro por mi espalda, levantándome del suelo.

—¿Q-qué haces?

—Subiste trece pisos para verme. Lo mínimo que puedo hacer es ahorrarte tener que subir uno más.

Bienvenidas de vuelta, mariposas de mi estómago.

Oculté una sonrisa presionando mis labios y me apoyé en su pecho, disfrutando de que me cargara escaleras arriba.

—¿Y los primos? —le pregunté al no verlos ni en la primera ni en la segunda planta.

—Leo no subió conmigo, fue a ver a Becca —me contó, mientras caminábamos por el pasillo—, y Liv dijo que tenía que darse un baño con sales o algo así para deshacerse de las energías negativas de Lex.

Tenía sentido.

Entramos a su habitación, se acercó hasta depositarme con delicadeza en su cama y tomó los tacones de mis manos para dejarlos en el suelo. Su aroma impregnado en las almohadas me recibió y lo vi, concentrado y atento, sentarse en el borde del colchón, Levantó mis tobillos y los colocó sobre su regazo... para masajear mis pies.

Cerré los ojos y boté el aire: definitivamente ese chico me mataría.

—Se te ve cansada, pero también preocupada —notó, aliviando mi malestar—. ¿Qué sucede?

También me mataría por ser tan observador.

Abrí los ojos y me senté sobre las sábanas, aún teniendo mis pies sobre sus piernas.

ABISMO © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora