Capítulo 28

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Si Wattpad los trajo primero, RETROCEDAN Y LEAN EL CAP 27. Hubo doble actualización por las 200K de ABISMO, gracias!

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Después de ver la ciudad que me vio crecer desvanecerse por la ventana, el taxi nos dejó a Derek y a mí en la entrada de la antigua y enorme casa a la que una vez llamé hogar. Por fuera lucía preciosa, era la mansión a la que llamé mi castillo cuando era niña. Sin embargo, no la recordaba con esa tierna nostalgia con la que se ve una vieja foto, sino más bien como un recuerdo que no sentía mío, tan lejano de la realidad.

Un escalofrío me recorrió al ver la imponente casa tras las rejas y Derek comprendió de inmediato. Me tomó de la mano y me vio fijamente.

—No quiero que creas que por contarte algo mío, me debes algo.

—Lo sé... pero eso no quiere decir que no te quiera aquí. —Entrelacé nuestras manos—. Creo que es momento de dejar ir también el peso de mis hombros.

Nos acercamos y toqué el timbre de la entrada. Dos, cinco, diez minutos pasaron y nadie abrió. Con el ceño fruncido, me fijé junto a Derek entre las rejas en los detalles de la casa y pudimos notar que las ventanas tenían una capa de polvo y que el jardín delantero no estaba podado. Alguien que tenía una casa así tenía todo el dinero para cuidarla. Entonces, ¿sus dueños se habían ido de viaje? O tal vez...

Tal vez fue reestructurada, pero los dueños seguían siendo los mismos.

Decidida, rodeé el lado derecho de la casa. Derek me vio encorvarme con el ceño fruncido.

—Ey, ¿qué haces? —me siguió.

—Irrumpo en propiedad privada.

—Pero... ¡Sally!

—¡Pero es mi propiedad privada! —grité en murmullos, caminando de lado entre enrejados de plantas—. Creo.

Cuando era niña utilizaba ese camino y solía pretender que estaba en una misión secreta, pero ya no era tan pequeña. Y Derek era demasiado grande.

—Maldita sea —se quejó cuando una rama golpeó su frente. Me seguía haciéndose espacio entre las plantas, con el rostro arrugado pero me seguía de igual forma. Nunca me dejaba.

—Arrodíllate —le pedí.

—Cuando te pida matrimonio, lo haré por voluntad propia y en un lugar más memorable.

Después de unos segundos en los que procesé lo que dijo, fingí normalidad.

—Nadie le va a pedir matrimonio a nadie. Vas a ayudarme a saltar la pared. —La señalé y Derek la vio antes de suspirar.

—Joder, estás realmente loca.

—Así me quieres. —Me encogí de hombros—. Anda, arrodíllate y estira tus manos.

Después de bufar, me ayudó a subir el muro y él pasó del otro lado.

—Me estás dando muchas órdenes... —notó, tomándome de la cintura para después dejarme en el suelo y sonreír de lado—. Me gusta.

—Genial, resultaste fan de Cincuenta Sombras. —Acomodé mi camiseta y volví a agarrar mi maletín—. Sígueme, Anastasio.

Lo oí reír a medida que rodeábamos la casa. Llegamos al patio trasero y no tardé en sentir que viajaba en el tiempo. Creando un paisaje mental, corté el césped, limpié las hojas, llené la piscina de agua fresca, cambié las viejas cuerdas del columpio único del árbol de manzanas y me imaginé corriendo por allí, con el mar a pocos metros del jardín.

ABISMO © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora