FUERA DEL HOTEL

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Tras salir del vestíbulo del hotel.

Estaba tan molesta que no me habría sorprendido que me saliera humo por las orejas.

Crucé las puertas de la entrada sintiéndome corta de respiración, pero también conforme con cómo habían salido las cosas esa noche. Frente a los ojos de Lex, mi relación con Derek estaba empezando a destruirse.

Debía sentirme satisfecha porque las cosas habían salido tal cual las habíamos planeado, pero tampoco era tan sencillo, porque estábamos empezando un juego que no sabíamos quién ganaría.

Giré sobre la acera y aceleré el paso lejos de ese maldito lugar para poder detener un taxi. Lo haría cuando una mano me tomó por sorpresa y, del brazo, me metió a un callejón entre calles.

—¡AH-! —Una mano me cubrió la boca silenciando mi grito y la otra me tomó por la cintura para llevarme al fondo.

Cuando pensé que iba a morir, escuché una voz familiar en mi oído:

—Tranquila, Sally, soy yo. —Oí el murmullo de Derek y mi sistema de alerta dejó de sufrir espasmos.

—¡Joder, no me asustes así! —murmuré cuando dejó de cubrirme la boca—. Y tampoco deberías estar aquí. Lex podría salir en cualquier momento y vernos.

—Por eso estamos en un callejón y no en un parque.

Dejó de sostenerme y me dio la vuelta para quedar frente a él. Lo vi por unos instantes y mi primera reacción fue pasar mis brazos alrededor de su cuello para abrazarlo con fuerza. Después de esa actuación, necesitaba sentirlo cerca de mí.

No enfadado ni decepcionado, solo... allí conmigo.

Una fuerte calma me recorrió al sentirlo envolverme en un abrazo. Su aroma era familiar y tranquilizante, mientras que el mío era desconocido e incómodo.

—¿Estás bien? —me preguntó con delicadeza después de depositar un beso en mi cabello.

—Tan bien como lo estás tú.

Terminé el abrazo, a pesar de desear que fuese eterno, y sonreí al verlo.

—Me encantaría estar ahora contigo, pero estamos siendo estúpidos al exponernos así —le recordé, dando un paso atrás—. Ve a casa, hablaremos después.

Cuando quise irme para prevenir un error, Derek me detuvo estirando un brazo a la altura de mi vientre y apoyándolo en la pared de ladrillos.

—¿Realmente piensas que me iré después de eso?

—Si queremos ser convincentes, sí —susurré, fijándome en la calle principal, pero estábamos bastante alejados—. Lo estás arriesgando todo.

—Vale la pena. —Su otro brazo se estiró del otro lado, su cuerpo se acercó más a mí, acorralándome por completo contra la pared—. Tenía que verte.

—¿Por qué? —Intenté jugar con él—: ¿Me extrañaste?

—¿Es en serio? —cuestionó incrédulo para después soltar un bufido—. Obvio que te extrañé. En especial si estabas a solas con ese idiota.

—¿Cuántas veces consideraste entrar y mandar todo a la mierda?

—Más de las que debería —confesó, llevando una mano al nudo de mi abrigo y empezando a abrirlo con lentitud—. Desde que crucé la puerta para salir me estoy volviendo loco.

—No iba a suceder nada malo —dije, sintiendo su mano adentrarse bajo la tela y rozar mi piel—. Tú te encargaste de eso.

—Por supuesto que lo hice. —Sacó un pequeño micrófono que había tenido adherido a la parte trasera de mi sujetador—. No te pondría en peligro.

ABISMO © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora