Roger Wellington - 1994
Patrick Durand - 1982
Riccardo Roux - 1973
Sebastian Keller - 1989
Esos eran solo algunos de los nombres que estaban inscritos en una placa de memoria en el Centro Médico donde revisaron a Derek. Eran los nombres de corredores que habían fallecido durante una carrera.
Cuando nos informaron que debía ser trasladado al Hospital General de Toronto porque era vital que se perdiera el menor tiempo posible, deseé con todas mis fuerzas que no grabaran en una placa:
Derek Keller - 2021
Tuvimos que esperar en una sala de espera, pero los nervios eran tantos que tuve que ponerme de pie para caminar por todo el nivel. Porque mientras yo trataba de distraerme contando baldosas blancas, Derek estaba en un quirófano para curar las varias fracturas que el accidente había dejado en una de sus piernas.
Le habían hecho exámenes, pruebas, en especial en la cabeza por los impactos que habían tenido. Lo único que nos habían dicho es que primero se encargarían de las fracturas.
Del resto, no sabíamos más, y sentí que el día solo se ponía peor con el paso de los segundos.
De por sí, no me gustaban los hospitales.
El ruido de las máquinas del piso, el aroma a limpio y tristeza, ver a personas llorar, a doctores correr. Era una pesadilla. Cuando ponías un pie en un hospital el tiempo se detenía porque entrabas en un limbo de duda y preocupación. A ese limbo habíamos entrado todos nosotros.
Llevaba contando 308 baldosas cuando llegué a una de las habitaciones de emergencias, aquellas más privadas en las que atendían a personas que habían ingresado con un problema un poco más serio mas no lo suficiente para ser internadas.
Como Lex.
Estaba sentado en una camilla con la parte superior del uniforme abierta y colgando de sus caderas, el traje crema que llevaba abajo también lo había abierto y una camiseta blanca cubría su pecho. Una doctora estaba vendando el brazo que se había lastimado.
Di suaves toques en la puerta ya abierta y llamé la atención de Lex cuando entré unos pasos.
—¿Estás bien? —le pregunté en un susurro con la única fuerza que tenía.
—Depende qué es bien para ti.
Lo vi, cansada y no de humor para sus respuestas, y él pareció entender.
—Estoy bien, rubia. Fue solo un golpe. —Vio a la doctora—. Ni siquiera me van a poner un yeso, ¿cierto, doc?
—Bastará con una férula —dijo ella concentrada en ponerle, precisamente, una férula que ocupaba desde su codo hasta la mano.
Cuando terminó, le dio unas indicaciones a Lex y dijo que cuando terminara el papeleo podría irse. Traté de sonreírle cuando salió de la habitación, pero no fui capaz. Solo quedamos Lex y yo.
Me abracé a mí misma y pasé saliva para decirle:
—Quería agradecerte.
Me vio ladeando la cabeza.
—Pensé que me odiabas.
—Lo hago, pero Derek es más importante que cualquier rencor. Gracias por sacarlo del auto.
—No tienes que agradecerme. —Bajó de la camilla y negó con la cabeza—. No lo hice por él.
—¿Entonces por qué lo hiciste?
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ABISMO © [Disponible en físico]
Romance¡YA EN LIBRERÍAS! [Esta versión es un borrador] Ella no quiere caer por él. Él quiere recuperarla. Dos promesas en guerra. Solo una puede cumplirse. Tras descubrir la verdad, Ava ha decidido empezar una nueva vida libre de secretos y lejos de qui...