—Ni de coña vamos a quemar el dinero. Que me metan preso de una vez —dictaminó Leo.
—Es eso o el imbécil que nos amenaza nos jode —Derek afirmó—. Tenemos que hacerlo.
—¿Y cómo crees que reaccionará esa gente al darse cuenta que no tenemos sua apuestas? —Leo estiró el brazo señalando la pista—. Pueden ser pacifistas o delincuentes. Apuesto que son lo segundo.
—¡¿Y si alguien tiene un cuchillo?! —Liv exclamó—. ¡¿O un arma?!
—Dios, Olivia. Deja de ver películas —ordenó Becca, también tensa.
Apenas Derek recibió el mensaje ordenando su práctica sentencia de muerte, empezaron los gritos y las peleas entre nosotros. Los cinco estábamos de pie unos junto a otros en el bosque, y el ambiente de extrema tensión no era para menos.
—Podrían llamar a la policía si no reciben su dinero. Ellos sí que armarán un escándalo —añadí—. O peor aún, se podrían vengar a su manera.
—Estamos de mierda hasta el cuello —farfulló Leo, llevándose las manos a la nuca.
—Basta —ordenó Derek—. No quemarlo no es una opción. Este hijo de puta está esperando que lo hagamos ahora, con toda esa gente afuera, así que no tenemos otra alternativa.
—¡Ah! ¡Por eso había tanta gente hoy! —exclamé después de un chasquido, al unir hilos y encontrar la respuesta a esa pregunta—. La trajo para que hubiera más dinero en juego, y así causar un enorme caos al no entregarlo.
Todos nos vimos las caras y nos dimos cuenta de que esa fue la intención desde un inicio.
—Joder, qué maldito... —Leo se frotó el rostro mientras caminaba de un lado a otro.
—Bueno —intervino Becca—, ¿qué te dijo este malnacido? ¿Qué quiere como evidencia?
—Dijo que lo sabrá cuando lo hagamos —nos informó Derek.
—¿Tiene oído biónico o qué? —Leo se quejó como hablando consigo mismo.
—No, si quiere vernos perder la cabeza, querrá hacerlo en primera fila —aseguró Derek—. Está aquí.
No pude evitar voltear sobre mi hombro, buscando si alguien saltaba a la vista, pero era inútil. No sabíamos la altura, el físico, ni el sexo de la persona. Era buscar una aguja sin ningún distintivo en un conjunto de millones de agujas iguales.
Derek le dijo a Leo que fuera por el dinero; él trotó a su camioneta y regresó con una botella y una bolsa negra. Estaba llena, como si tuviese basura.
La volteó sobre el suelo entre nosotros y quedé boquiabierta porque no era basura. Era dinero. ¡Mucho más del que había visto en mi vida!
—Esto es demasiado —dije, volteando la mirada hacia todos—. No podremos recuperarlo.
—Podemos sacarlo de nuestras cuentas —propuso mi amiga loca, encogiéndose de hombros.
—¿Ves lo mismo que yo, Liv? —cuestioné señalando la montaña de dinero—. ¿Cómo vamos a sacarlo de cuentas cuando nadie tiene esa cantidad?
Primero, Liv me vio como si yo estuviese diciendo estupideces, y, cuando busqué apoyo del resto, encontré que también me veían como si no supiese nada de la vida. Me di cuenta del porqué: todos ellos eran ricos.
—Perdón. Olvidé que hablaba con el elenco de Gossip Girl.
Yo era un Dan Humphrey en un mundo de ricos.
—A esta hora no podemos conseguirlo. Los bancos están cerrados —informó Derek—. Además, esa cantidad de dinero necesita una justificación para ser retirada en tan poco tiempo.
ESTÁS LEYENDO
ABISMO © [Disponible en físico]
Romance¡YA EN LIBRERÍAS! [Esta versión es un borrador] Ella no quiere caer por él. Él quiere recuperarla. Dos promesas en guerra. Solo una puede cumplirse. Tras descubrir la verdad, Ava ha decidido empezar una nueva vida libre de secretos y lejos de qui...