Capítulo 35

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Las oscuras calles de Toronto se deslizaban por la ventana del auto que Lex me había enviado.

Porque en ese momento estaba yendo a la fiesta a la que había sido invitada.

Habían pasado algunos días desde aquella mañana en la que me llamó, y a pesar de sentirme algo confundida, tenía en claro 4 cosas:

1. Lex estaba organizando una fiesta extraña en una lujosa casa.

2. En esa casa tenía el computador donde había abierto el video que Derek había hecho y, por ende, ahí estaba el caballo de troya.

3. Wayne nos había indicado que Lex tenía algunos archivos sobreprotegidos.

4. Yo tenía que aprovechar esa oportunidad para ver qué ocultaba Lex en ese computador.

La pregunta era: ¿Cómo iba a descubrir qué cosas ocultaba? Pues yo tampoco lo sabía hasta hacía un par de días.


—¿Qué tengo que hacer? —cuestioné—. Repítelo por favor, Wayne.

—Es simple, señorita. Solo debe conectar el USB que le he entregado al computador de Alexander. De esa forma tendré acceso remoto y directo a su sistema, y será mucho más sencillo hackear sus carpetas.

—Pero es un USB, ¿eso no es para guardar documentos Word y así? ¿Solo lo... conecto?

—Sí. No es un USB como tal, no archiva documentos. Pero no se preocupe. Yo me encargaré de todo desde el exterior de la casa apenas lo conecte.

—¿Y si me olvido de algo? ¿O aparece algo nuevo en el computador?

Derek me sonrió.

—Es que no estarás sola.


Llevé una mano a mi busto y sentí el USB oculto en el sujetador, repasando en mi cabeza lo que debía hacer. El chofer condujo por una larga entrada de coches y fui testigo de una gran mansión, mas no se detuvo al frente, que estaba vacío. Siguió hasta llegar a un costado de la exclusiva casa y solo se detuvo pocos minutos en los que me permitió bajar. Una puerta lateral, que seguía siendo más grande que la de una casa normal, era el objetivo de una fila de personas que esperaban que una mujer y un hombre confirmaran sus nombres en una lista.

—¿Llegaste? —Escuché la voz de Derek en mi oído.

Por supuesto que no iba a meterme a una fiesta de Lex sin tener contacto con alguien afuera. Wayne parecía tener cualquier cantidad de aparatos pequeños y magníficos salidos de Misión Imposible.

—Sí, no hablaré mucho —murmuré moviendo los labios lo menos que podía—. Solo escuchen.

—De acuerdo, cariño, ten cuidado —dijo Derek y escuché un gritito de emoción de Liv que causó un ruido espantoso de interferencia.

Ellos estaban en un vehículo cerca de la casa. Teníamos que mantener la comunicación y, mientras yo estaba dentro, ellos se encargarían de distracciones para ayudarme esa noche.

Vi a ambos lados para asegurarme de que nadie me había escuchado y empecé a caminar. El sonido de mis tacones sobre el camino de piedras me acompañó hasta llegar a la puerta, donde la fila ya había ingresado.

—¿Nombre? —preguntó un señor con la voz grave y formal sin siquiera hacer contacto visual.

—Ava Muller.

Levantó la mirada como si la mención de mi nombre significara algo.

—Señorita Muller, bienvenida. Ahora le traigo su máscara.

ABISMO © [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora