Capítulo XXI

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— ¿A quien llamas mocoso? — pregunto molesto.

— A ti, enano— dijo en un tono burlesco, Manuel quien se había quedado observando todo en silencio tenía ganas de reír pues su hermano se veía realmente molesto y eso, al menos para Manuel, era algo de que reírse.

— ¡Manuel vámonos! — grito.

— ¿Por qué? — pregunto algo confundido e intentando no reírse.

— No me agrada este tipo— dijo señalando a Zac.

— Pues a mí no es como si lo hiciera, pero tengo tarea que hacer así que no— explico Manuel.

— Pero si soy de lo más agradable— contesto Zac haciendo una cara inocente.

— No es cierto— dijeron ambos hermanos.

— Vámonos— exigió el hermano menor de Manuel.

— No puedo— contesto Manuel.

— Entonces me quedo aquí para vigilar a ese tipo— sentenció a lo que Manuel solo suspiro.

— Has lo que quieras— dijo Manuel al menos de esa manera ya no estaría a solas con Zac.

Paso un rato en el que el hermano de Manuel miraba de manera amenazante a Zac y pues Zac solo le devolvía la mirada con un toque de burla, y por otra parte estaba Manuel riéndose a más no poder internamente.

— Aquí está el café— dijo la hermana de Zac apareciendo para romper la tensión.

— Gracias— dijo Manuel.

— Ahora hay alguien más, ¿quieres café? — ofreció con una ligera sonrisa, pero al ver que el niño dudaba en responder decidió ayudarlo— el primero es gratis— dijo aún con una ligera sonrisa.

— Está bien— dijo con algo de timidez.

— Ya lo traigo— dijo la hermana de Zac.

— Así nunca vas a ganar dinero— dijo Zac en un suspiro.

— ¿Y? — pregunto mirando a su hermano con indiferencia.

— Nada— respondió Zac.

Y así paso otro rato, en ese rato siguieron haciendo la tarea, así que nadie hablo, hasta que llegó nuevamente la hermana de Zac y trajo el último café.

— Que lo disfruten— fue todo lo que dijo y se volvió a retirar.

Paso un rato en la que le hermano de Manuel solo daba pequeños sorbos a su café, mientras que Manuel y Zac ya habían acabado de beber sus cafés y Manuel solo veía a su hermano con algo de molestia.

— ¿Si no te gusta el café porque pediste uno? — pregunto algo molesto Manuel.

— Es que... — no sé digno a responder.

— Dámelo— dijo Manuel mientras le quitaba la taza de la mano y él bebía un gran sorbo— ya me tomé más de la mitad, termínate lo demás— le ordenó para después continuar con su tarea.

— Ves, no eres más que un niño— se burló Zac mientras mostraba su taza basia.

— Nadie pidió tu opinión— le respondió.

— Ya dejen de pelearse que hacen que me duela la cabeza— dijo Manuel mientras tocaba con la yema de sus dedos su cabeza.

— A ti todo te da dolor de cabeza— dijeron ambos chicos, a lo que se voltearon a ver algo molestos.

— No es cierto— negó Manuel ahora queriendo reír más que antes por la cara de los chicos que se encontraban con él.

Mientras todo eso sucedía afuera no muy lejos de la cafetería:

Eight beating heartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora