Capítulo LI

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El lunes

— No vuelvo a ir a una casa abandonada— dijo Edgar mientras se dejaba caer sobre su butaca

— En definitiva no— lo apoyo Aaron

— Pero miren el lado bueno, no estaba embrujada— intento animar Sebastián

— Yo digo que si, y aparte de embrujada, loca— contesto Edgar

— ¿Por qué?— pregunto Daihi entre risas

— Es que se escuchó como rechina madera y era una casa de concreto— explico Aaron

— Pues no estaba ni embrujada ni loca— contesto Sebastián

— ¿Y tú cómo sabes eso?— pregunto Edgar mientras se cruzaba de brazos

— Es que si había madera dentro de la casa— explico una parte— y pues aquí su servidor, se tropezó con el pedazo de madera— termino de explicar mientras se reía

— ¿Así que el susto que nos dimos fue tu culpa?— pregunto Aaron ofendido

— Fue culpa de ese pedazo de madera— se defendió Sebastián

— Ajá si como no— dijo Aaron incrédulo

— Oh pues, si no me creen pregúntenle a Alem— dijo Sebastián

— ¿Qué no estabas enojado con el?— pregunto Daihi al recordar cómo se fue Sebastián enojado dejando atrás a Alem

— No, pero ya que me recordaste eso, voy a hacer que compre un juguito— respondió Sebastián con una ligera sonrisa

— ¿Eso no es extorsión?— pregunto Edgar con algo de gracia

— Hay que sacar provecho— contesto Sebastián restándole importancia

— En eso tiene razón— apoyo Manuel desde una ventana

— No espantes— contesto Sebastián mientras se tiraba de su asiento para verlo

— Ese era la punto— contesto Manuel

— ¿Y qué haces aquí?— pregunto Edgar mientras veía a Manuel

— Tengo clase en el salón de a lado— contesto mientras señalaba el salón

— ¿Y por qué no lo habíamos notado?— pregunto Daihi al recordar que no lo había visto en todo ese tiempo

— Son demaciado distraídos— respondió Zac que se encontraba a lado de Manuel

— No quiero que me hable así alguien que grito por un ratón— contesto Sebastián intentado no reírse, más sin embargo ese comentario solo causo risa en los demás

— ¿Tú de que te ríes si también gritaste por el ratón?— reclamo Zac a Aaron quien también estaba riendo

Y así continuaron hablando por un rato, hasta que llegaron las profesoras de ambos grupos y cada quien se tuvo que ir a su clase respectiva

Algunas horas más tarde

— ¿Por qué siempre cancelan las clases a esta hora?— pregunto Edgar algo molesto

— No se, pero ya se les está haciendo costumbre— le contesto Sebastián

— ¿Que tal y están planeando algo los profesores?— comento Daihi

— Sería interesante— apoyo Aaron mientras se imaginaba lo que podría ser sí realmente estaban planeando algo

— Hola— saludo Alem mientras se acercaba a los demás

— Hola— saludaron de vuelta

— Alem, te estaba buscando— dijo una chica mientras se lanzaba a abrazar a Alem

— ¿Que sucede?— pregunto Alem mientras la veía

— No sabía a quién le tocaba cuidar nuestro hijo hoy— dijo la chica mientras ahora solo tomaba el brazo de Alem para comenzar a jugar los dedos de su mano

— No hace falta, yo lo cuido— contesto Alem

— Eres un exelente padre— le dijo la chica mientras le giñaba un ojo a Alem

— ¿Dónde dejé mi repelente?— pregunto Sebastián a lo que quienes lo escucharon lo voltearon a ver algo extrañados— quien entendió entendió— finalizó con una ligera sonrisa

— Y de hecho hacemos una gran pareja, hasta los profesores lo saben y nos hacen trabajar en equipo— finalizó la chica para acto seguido voltear a ver a Sebastián quien solo los miraba, la chica al ver esto solo sonrió burlona hacia Sebastián

— Si, pero ya te dije que me gusta alguien más, y de hecho ya, también, es mi pareja, así que deja de insistir con ello— le contesto Alem, lo que ocasionó que la sonrisa de la chica desapareciera, y en cambio una sonrisa se formó en los labios de Sebastián

— Como sea, tengo cosas que hacer, así que adiós— se despido la chica mientras soltaba a Alem y se alejaba de forma rápida

— Al fin, ya sentía que aquí iba a correr sangre— dijo Edgar mientras hacía la finta de limpiarse el sudor que era inexistente en ese momento

— Pensé que era el único— apoyo Daihi

— Sebas— le hablo Alem mientras pasaba su brazo sobre sus hombros

— Haber si ya te vas bañando— contesto Sebastián de manera cortante mientras se alejaba de Alem

— ¿Ahora que hice?— pregunto Alem

— No se, pero yo digo que si le das un juguito de le pasa— le contesto Edgar

— ¿Un juguito?— pregunto Alem algo confundido

— Si, le gustan los jugos, y ya que te di la idea me debes uno— contesto Edgar

— Eso es una estafa— contesto Alem

— Bien, entonces que no te perdone— le dijo Edgar fingiendo enojo

— Está bien— dijo resignado Alem— Sebastián— lo llamo mientras se acercaba a el

— ¿Qué paso?— pregunto de serio

— ¿Quieres un juguito?— pregunto Alem

— Encerio crees que con un juguito se arregla todo?— pregunto Sebastián mientras veía a a Alem fijamente

— No— contesto algo dudoso

— Pues tu respuesta es un error, la respuesta correcta es si— corrigió Sebastián

— Vamos entonces— dijo Alem con algo de gracia

Todos se dirigieron a la tienda donde Alem compro tres jueguitos, y poco a poco sin darse cuenta comenzaron a caminar hacia la residencia de los chicos de intercambio, una vez llegaron cada quien se fue a una parte de la residencia

Con Alem y Sebastián

— ¿Podrías cuidar de los huevos?— pregunto Alem a Sebastián

— ¿Y yo por qué o que?— pregunto Sebastián

— Porque tú eres su madre— contesto Alem mientras le giñaba el ojo

— ¿Y yo por qué?, por qué no mejor tú eres la madre?— reclamo Sebastián mientras miraba a otro lado

— ¿Encerio quieres que te lo explique?— pregunto Alem mientras se acercaba cada vez más a Sebastián

— No debía de haberte enseñado lo que era el Yaoi— se dijo a si mismo mientras volteaba a ver a otro lado con un ligero sonrojo— ya ve a tu cuarto— lo termino corriendo Sebastián mientras alejaba ligeramente a Alem

— Vuelvo rápido— contesto Alem con una ligera sonrisa







Eight beating heartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora