Capítulo VI

43 2 14
                                    

— Lo bueno es que solo preguntaba una vez por día— Sebastián se reconforto a sí mismo.

— Dices que te asustó varias veces, ¿no? — pregunto Manuel con algo de risa, Sebastián solo se limitó a asentir— ¿cuál fue la otra? — pregunto como si esperara algo que le diera motivos para reír.

— Cuando iba saliendo de la escuela— contesto Sebastián recordando.

Hace 1 semana y 2 días

— Nos vemos mañana— se despidió Les.

— Hasta mañana— contesto Sebastián mientras doblaba la esquina.

— ¿Ahora si tienes tiempo? — pregunto la chica saliendo de quién sabe dónde, a lo que Sebastián solo dio un brinco por el susto.

— D... ¿De dónde saliste? — pregunto mientras la miraba un poco más preocupado que asustado.

— Bueno, es que ayer dijiste que no tenías tiempo por qué tenías clases y ahora ya las terminaste, así que pensé que podrías responder las preguntas que te haré— contestando sacando una libreta.

— Ya es muy tarde, tu deberías de ir a tu casa y yo también, así que será otro día— se excusó Sebastián listo para huir, pasando a su lado.

— Pero yo vivo cerca de aquí, así que para mí no hay problema— contesto la chica.

— Tu lo has dicho, tú vives cerca, pero yo no, así que adiós— se despido mientras empezaba a caminar rápido, casi llegando al punto de correr, para que la chica ya no dijera nada más.

En el presente

— ¿Ese fue un gran susto? — pregunto Manuel decepcionado, pues el esperaba algo más.

— Pues sí, aún que te niegues a creerlo, sentí como se me salía un riñón— contesto Sebastián.

— ¿Un riñón? — preguntaron Edgar y Manuel al mismo tiempo, a lo que Esteban solo se puso a reír.

— Si, mira, lo normal sería que dijeras que se te sale el corazón, pero con ese susto mi corazón se detuvo y lo que se movió fue mi riñón— explico Sebastián señalando dónde se encontraban las partes que mencionó, aunque todos sabían que eso no tenía sentido.

— A ya— dijeron los dos que preguntaron solo para que este continuara, y dejara el tema de los órganos.

— Aparte, que te salga una chamaca de la nada en un lugar donde apenas si da la luz de un poste mal puesto, no es algo muy agradable que digamos— se quejó Sebastián.

— Bueno eso sí— respondió Manuel.

— ¿Y qué paso al día siguiente? — pregunto Eduardo.

— Pues...

Hace una semana y 1 día

Iba Sebastián caminando hacia su salón de clases hasta que alguien se atravesó en su camino.

— Hola— saludo Emili con una sonrisa.

— Hola, hasta que apareces de manera normal— comento Sebastián— ¿qué necesitas? — pregunto con tono normal.

— Como ya había dicho, necesito que me respondas unas preguntas sobre Manuel— contesto con una sonrisa que le seguía causando escalofríos a Sebastián.

— Pero tengo clases— dijo Sebastián para poder huir.

— Pero faltan 10 minutos hasta que empiecen— contrataco la chica.

— No vuelvo a llegar temprano— susurro para sí mismo Sebastián.

— ¿Entonces? — pregunto la chica esperanzada de que al fin fuera a recibir las respuestas que llevaba buscando desde hace unos días.

Eight beating heartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora