Capítulo XXXVI

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— ¿Y cómo está tu pie?— pregunto Alem

— Le puse un poco de pomada para desinflamar— contesto Sebastián

— Entonces, vamos con los demás— dijo Alem mientras se ponía a lado de Sebastián para ayudarlo a caminar

— Si— apoyo Sebastián mientras tomaba un poco el brazo de Alem para facilitar su caminata

— Por cierto— hablo Alem a lo que Sebastián lo volteo a ver

— ¿Que sucede?— pregunto Sebastián

— ¿Estás enojado conmigo?— pregunto de manera sería

— ¿Yo?¿Enojado?— pregunto Sebastián confundido

— Si, desde hace unas semanas me has estado evitando— explico Alem a lo que Sebastián quien lo miro confundió

— Ah, eso— dijo Sebastián después de pensar un poco— Lo que pasa es que me dan miedo las aves— explico con ligero sonrojo— y en esos momentos tu tenías un pájaro, y pues no me quería acercar— terminó de explicar mientras reía un poco

— Ya veo— respondió Alem— ¿ Y la vez que golpeaste mi mano, en ese momento no tenía el pájaro?— pregunto Alem

— Es qué esa vez habías agarrado al pájaro, y me dió cosita que me tocaras, siento que los pájaros tienen muchos gérmenes y eso tampoco ayudaba— contesto Sebastián entre risas pues no sabía si su argumento era cierto— de hecho me iba disculpar por eso, pero esa chica me interrumpió y sentí que ya no tenía sentido la disculpa— explico

— Ya veo, entonces ¿Todo bien?— pregunto Alem no del todo seguro

— Si— contesto Sebastián algo animado. Después de caminar un poco llegaron a dónde se encontraban los demás aún en la piscina

— ¿Y esa playera?— pregunto Manuel intentando no reírse

— Olvide traer una y Alem me prestó está— explico Sebastián mirando a su amigo que ya no podía contener la risa y comenzó a reír

— ¿No crees que te queda muy grande?— pregunto Edgar también riendo

— Si— contesto de mala gana Sebastián o al menos eso intentaba

— Camisa de novio— le susurro Edgar a Manuel, más sin embargo Sebastián los escucho y solo los miro de manera desaprobatoria

— Bueno, dejando eso de lado, ¿Ya sabes nadar?— pregunto Sebastián a Edgar

— Más o menos— contesto Edgar

Algunas horas más tarde

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— Déjame en paz

— ¡Escúchame!

— No, tú... ¡¡Tú eres una persona demaciado egoísta!!

— ¡Eso no es cierto!

— ¡¡Entonces déjame en paz!!

— No puedo, ¡¡yo te amo!!

— ¡Mientes! Tú no me amas, ni siquiera se puedes diferenciar lo que sientes por mi

— ¡Claro que te amo! Y no quiero que te vallas con alguien más, que no soy yo, yo te gustó... ¿Cierto?

— Claro, ahora sí mencionas eso, pero todas las veces que me dijiste que era asqueroso, ¿Qué? ¿Cres que eso se olvida así como así?, No te quiero volver a ver en mi vida, me lastimaste, yo te quería, me gustabas, ¡¡Te amaba!!... Pero ya quedó en el pasado, yo no tienes significado para mí, así que alejate de mi y déjame en paz, es todo lo que te pido

Eight beating heartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora