El beso duró tan sólo unas milésimas de segundos, pues en seguida separó sus labios de los míos aun entreabiertos.
-Creo...que esto esta mal...- susurró Justin mirando al suelo, intentando resistirse.
-A mi me parece que no.- rodeé su cuello con mis brazos y comencé a besarle de nuevo solo que esta vez con mucha más pasión y él se dejó llevar.
Unos segundos después sentí un fuerte calambre en los labios y Justin me apartó de él empujándome haciendo que cayera de espaldas al suelo.
-¡Basta Katherine!.- exclamó severo.
-¿Qué coño ha sido eso?.- pregunté por el calambre tocándome los labios.
-¿Crees que no te hubiera besado ya si no fuera peligroso?.- parecía enfadado conmigo.
-No era mi intención cabrearte...- murmuré levantándome del suelo.
-Renunciaría a todo sólo por tu bien.-me quedé mirándole observando sus gestos, se movía de un lado a otro de la habitación, nervioso.
-Tranquilo Justin.- le dije sin saber que pasaría después.
-Te he estado observando cada día desde que llegaste a Silverhigh, y créeme, hay mucha más gente de la que te piensas que quiere hacerte daño, sólo por creer que tu y yo podríamos...- se quedó en silencio.
-Que tu y yo podríamos estar juntos.- completé su frase.
-No soy una buena compañía para nadie...soy diferente.- me miró.
-Dime de una vez que eres.- le dije casi suplicándole.
-Nunca te dejaría sola en esto incluso si pudiera...- acarició mi mejilla y sentí un leve cosquilleo de esa energía rara que Justin desprendía.
-Justin, podré soportar la verdad.- le dije segura de mí misma.
-¿Tienes el libro?.- preguntó mirando hacia mi cama.
-No preguntes si ya sabes la respuesta.- dije al darme cuenta de que él ya lo sabía, sino no hubiera mirado.
Sonrió al escuchar mis palabras y se agachó para recoger el libro del suelo.
-En estas hojas rotas está escrito el pasado y supongo que el destino.- dijo abriendo el polvoriento libro.
-Ese libro no dice nada coherente. No tiene ni pies ni cabeza.- sacudí la cabeza de un lado a otro negándome a aceptar que lo que allí estaba escrito tenía algo de verdad.
-Hace mucho tiempo existían dos realidades. Las llamaban la oscuridad y la luz.- me explicó.
-No se complicaron en los nombres...- murmuré mirando el libro.
-No se mezclaban.- me dirigió la mirada.
-¿Como si fueran de razas distintas? Que tontería...- reí.
-Para ellos era algo muy serio. Era lo que más se respetaba. La pureza de los dos bandos.- dijo con mucha seguridad, tanta que parecía que él lo había vivido.
-Vale, alto ahí.- coloqué mi mano sobre el libro para que no pasara ni una página más.
-¿No quieres seguir?.- puso una sonrisa daleada.
-Sé de qué va todo esto, ahora tengo que escoger un bando ¿no?.- recordé las palabras del profesor Mathew cuando creía que yo sabía toda la historia.
-No sabes nada Katherine. El bando no se elige. Se nace en él.- dijo irritado.
-¿Y yo soy...?- pregunté algo perdida.
-Del de tus padres.- contestó volviendo la vista al libro.
-Claro, me lo imaginaba.- admití obvia.
Cerró el libro y lo metió de nuevo bajo la cama.
-Te harán preguntas, no digas nada. Niega todo de lo que se te acuse y confía en mí .- dijo suplicante y asentí con la cabeza.
Tras esto, creí que se despediría de mí con un beso, una caricia, un abrazo...pero no. Sólo se limitó a mirarme con esos ojos castaños que tanto me gustaban y salió por la ventana como quien sale por la puerta.
Me asomé corriendo por la ventana para descubrir como era capaz de subir y bajar por ahí pero ya se había ido. Había desaparecido como siempre.