Abri los ojos lentamente algo confusa. Me habia quedado dormida despues de que Justin me rescatara. Me encontraba tumbada en el cesped, lejos del observatorio, pero lo bastante cerca como para oler ese olor a quemado tan característico.
No era una chimenea, ni una hoguera... estaba segura de que se trataba de un incendio en toda regla.Me levanté asustada del cesped. ¿Estaría Justin en peligro? Corrí hacia el observatorio pero Justin me detuvo desde atrás agarrándome del brazo.
-¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?.- le pregunté exaltada. Su rostro estaba negro por el humo y además apestaba a ropa chamuscada.
-Tenemos que irnos de aquí.- respondió con tono tranquilo.
-¿Qué has hecho?.- pregunté asustada al darme cuenta de que su otra mano sujetaba un mechero.
-Lo he solucionado.- contestó serio, pero seguía manteniendo esa calma tan extraña.
-¿Y los excursionistas?.- insistí.
-Parecerá un accidente, una tragedia, y nadie hará preguntas.- me explicó con frialdad.
-No puedes hablar enserio.- le dije asombrada por su comportamiento.
-Sube a mi espalda.- me ordenó, y yo le obedecí sin rechistar.
No estaba de acuerdo con lo que acababa de pasar. Si yo habia matado accidentalmente al pastor deberia cargar con la culpa yo, y no condenar a inocentes a morir para salvarme yo, una simple guardiana de la caja. Esa era mi mision. Estando la caja o no de por medio, debia salvar siempre a la humanidad.
Justin me dejó en la ventana de mi cuarto. Durante todo el trayecto del vuelo hacia mi ventana no cruzamos ni una sola palabra, ni un sólo gesto.
-Coge lo que necesites- volvió a darme órdenes.
-¿Para qué?.- contesté un poco a la defensiva.
-Nos vamos al internado, así nadie sospechará de ti.- me dijo entrando a mi cuarto por la ventana con total agilidad.
-No pienso irme.- le dije negando con la cabeza.
-Claro que lo harás.- me cogió como si fuera un saco de patatas y me echó a su hombro mientras yo me resistía sin gritar para no llamar la atención de Christina.
De pronto se escucharon gritos en la calle y Justin me devolvió al suelo.
Me asomé a la ventana. Todos los vecinos se echaron a la calle.-¡Todo está ardiendo!.- gritaban.
-¡Que alguien los saque de alli!.- gritaban otros.
Me fije un hombre que lloraba desconsolado. Era Michael. Y el corazón se me paró. Entonces me di cuenta. Su hijo Mike también estaba en el observatorio.
-¿Qué has hecho Justin?.- le lancé una mirada desconcertante.
-Tenemos que irnos.- volvió a decir.
-¡Has perdido la cabeza!.- exclamé.- ¡Está muriendo gente!.- no pude evitar decirlo entre sollozos.
-¡No hay supervivientes!.- gritó una mujer en la calle.
-Oh dios mío.- miré a Justin que seguía manteniendo la calma tan cínicamente.
-Te he salvado.- dijo como reprochándome que no se lo agradeciese.
-Los has matado.- le respondí con la verdad.
-Sube.- me ofreció su mano.
-No pienso ir al internado a ocultarme, voy a dar la cara.- le advertí.
-No tendrás de qué ocultarte si vienes conmigo.- me dijo, pero no entendí lo que quiso decirme. Aún así parecía que tenía una solución a su gran error y subí a su espalda con cuidado.
Me llevó volando sobre él hacia las a fueras de la ciudad. Mientras nos alejábamos, el humo que procedía de la colina disminuía. Llegamos a un pequeño claro del bosque, donde había un lago y una humilde cabaña.
-Te veré en el Internado.- dijo al dejarme en tierra firme y se fue volvando sin dejar que le dijese nada. Me vi sola en aquel claro del bosque, hasta que de pronto alguien apareció.
-Espero que estés acostumbrada a la velocidad.- dijo una voz a mi espalda.
-¿Quien eres?.- pregunté observando a un chico alto y esbelto de pelo moreno que se acercaba a mi de forma despreocupada.
-Soy el que va a arreglar el desastre que ha causado tu demonio.- dijo quitandose la camiseta y arrojandola al suelo, para dejar a la vista unas enormes y hermosas alas blancas.
-No es un demonio.- respondí a regañadientes, asombrada por la despreocupacion del chico, que era un guardián, de eso no cabía duda.
-Ni yo.- sonrió abrazándome, cosa que me alarmó un poco. No le conocía de nada, se había quitado la ropa delante mia, y además me abrazaba...¿qué clase de confianza era esa?
-¿Qué haces...?.- pregunté, pero antes de poder reaccionar ya estaba volando a tal velocidad que me era imposible ver dónde estábamos.
En unos segundos paramos en seco. Estábamos en la cúpula del observatorio, con todo quemado y lleno de humo.
-No quiero estar aquí.- le dije consternada.
-Si quieres.- dijo convencido, como si me conociese mejor que yo.
-Tu no me conoces, no se quien eres, y te digo que no quiero estar aquí.- repetí medio furiosa.
-¿No quieres estar aquí o no quieres ver el dolor que tu demonio ha causado?.- preguntó sarcástico.
-¡No es un demonio!.- exclamé explotando en lágrimas.
-Katherine...- me llamó por mi nombre con el fin de tranquilizarme.
-No se quien eres.- susurré asustada.
-Coge mi mano.- me extendió su brazo y sin estar nada segura de lo que estaba sucediendo apreté su mano contra la mía.
Las estanterías comenzaron a restaurarse. El humo desapareció al igual que el olor a chamusquina. Los libros volvían a a estar intactos. Los gritos desaparecían y el sol volvía a estar en su lugar, en su posición central. El cristal de la cúpula ya no estaba roto, lo que significaba que el pastor estaba vivo, al igual que todos los que se encontraban en el observatorio aquella tarde.
Solté la mano de aquel chico, asombrada por lo que estaba pasando. Mire la hora del reloj de la sala para cerciorarme de lo que veían mis ojos. Era medio dia.
-¿Como has...tu has...no puede ser...?.- tartamudeé boquiabierta.
-Tu también puedes hacer cosas asombrosas, sólo tienes que dominar tus poderes.- me dijo sonriente.
-Todos ellos...están vivos...- no salía de mi asombro.
-Ven conmigo, te llevaré a casa.- me dijo sonriente y me lancé a sus brazos sin pensarlo.
Aquel chico había salvado a toda la gente que Justin había condenado a la muerte. Había retrocedido el tiempo hasta antes de que me viera el guardia de seguridad. Nada malo pasaría aquella tarde en el pueblo. Y todos estarían en sus casas con sus familias. Viviendo un dia más. Un dia normal como otro cualquiera.