Me llevé un gran rato escuchando al guía de la excursión que decía muchísimas cosas interesantes pero aburridas y sin importancia al mismo tiempo. Al menos yo no les daba importancia, porque la ciencia nunca había sido lo mio. Y a la vista estaba...Supongo que la ciencia nunca aprobaría cosas como angeles y demonios y magia...
Mi mente cada vez se alejaba más del presente, y el grupo de excursionistas se iba parando a cada momento, por ello decidí escaquearme en una de esas paraditas. Me salí del camino principal que seguían y encontré una puerta lateral muy pequeña.
Entré al observatorio, el cual nunca había visitado a pesar de haber pasado aquí ya varios meses, y me quedé asombrada.
Me encontraba en la sala de los relojes. Relojes antiguos, modernos, de pared, digitales, incluso relojes que jamás había visto... todos marcaban la misma hora pero en distintos lugares del mundo. Era algo alucinante.
Tras observar todo con entusiasmo durante un rato, salí de aquella sala, donde el repetido tic tac de algunos relojes comenzaba a ser demasiado monótono.
El pasillo era bastante largo así que aproveché las escaleras que tenía delante mía y las subí sin más dilación.
La escalera me llevó a otra sala con máquinas, la de los movimientos tectónicos. Alli se registraba cualquier movimiento que pudiera notarse en la tierra. Cuando dejé de observar la sala me percaté de que no estaba sola.-¿Qué haces aqui?.- preguntó el pastor, que estaba sentado en una silla, delante de muchísimos papeles.
-Oh, señor, no esperaba encontrarle aquí, he venido con un grupo de excursionistas y me he perdido...creo.- titubeé intentando no parecer muy nerviosa.
Era raro que el pastor se encontrase alli, su lugar habitual era la iglesia, al menos alli la gente podria encontrarle si le necesitaban.
-Andas en lo cierto Katherine, te has desviado bastante de la ruta de esa excursión.- me dijo desconfiado, parecía saber que le mentía.
-¿Sabe usted si ha habido algún...ya sabe...movimiento?.- pregunté mirando las maquinas algo distraida. No tenía ni idea de esas maquinas y supuse que el tampoco debía de saber mucho.
-¿Te refieres a un terremoto? Yo no veo a nadie que lo haya notado.- se rió por bajito como burlándose de mi.
-¿Ni siquiera las máquinas?.- pregunté sin hacer caso de su burla, para ver si le pillaba, ya que ese no era su lugar de trabajo.
-Katherine hija, no puedes estar aquí, ¿por qué no vas a buscar a ese grupo de excursionistas con el que dices haber venido?.- me dijo con tono de ironía.
Sabía que le estaba mintiendo pero me daba exactamente igual lo que pensara. En la cena de ayer me había quedado bastante claro que tipo de persona era, aunque se tratase de un pastor, pero igual decía y hacia cosas con maldad. Ademas el tampoco debia estar alli pero no iba a replicarle nada.
Sin contestarle más salí de la sala por una puerta. Ahora estaba en un nivel más alto que antes. Quería seguir subiendo, quizás arriba en la cúpula hubiera algo interesante y si no encontraba nada al menos disfrutaría de nuevo de las vistas.
Encontré otra escalera, algo más pequeña y antigua que la anterior, llevaba directa a la última planta, la cúpula. Sólo había tres plantas pero sus techos eran altos, sin contar con la altura que ya tenía la colina en la que estaba ubicado el observatorio.
Ya era medio dia, no podía creer que las horas se me hubieran pasado tan rápidas. El sol estaba justo encima de la cúpula, en su parte central, dando todo su esplendor. Había varios escritorios con carpetas y pertenencias de los que supuse que trabajarian alli. También había estanterías con variados libros que no había visto en las otras bibliotecas.
Comencé a sacar libros que iba encontrando y los leí por encima sin enterarme de muchas cosas, aunque las que llegaba a entender me parecían bastante interesantes.
Miré hacia la cúpula de nuevo y el sol ya estaba escondiéndose.
-¡Oh, cielos!.- exclamé al percatarme de que ya era tarde. Había perdido la noción del tiempo en aquel lugar.
Recogí todos los libros que había ido sacando y los coloque sin ningún orden en las estanterías.
Entonces fue cuando me fijé bien en uno de los estantes.Y es que había un libro en particular que me llamo la atención por su tono violeta y su textura aterciopelada. Lo cogí sin dudar ni un segundo. Tenía claro que quería averiguar todo lo que me fuera posible.
Aquello de investigar se había convertido en mi especialidad en los últimos meses.
Casi se hacía de noche. Y aquel libro me estaba resultando interesante. Hablaba de estrellas, posiciones de los astros y los acontecimientos que esto suponía. No era un libro de ciencias cualquiera. Ni siquiera era de ciencias. Era un libro distinto, parecido al libro del internado.
Escuché a alguien subir las escaleras. Cerré deprisa el libro y una hoja cayó al suelo.Devolví el libro a su sitio y me agaché para coger la hoja de color lila y letras negras, pero cuando quise levantarme no pude, pues sabía que alguien se aproximaba a donde yo me encontraba. Suerte que estaba detrás de una mesa y pude meterme debajo. Observé la hoja en silencio. Se titulaba "Aura".
Escuche como el suelo crujia detrás de la mesa y me quede sin respiración. Tras esto escuché como los pasos se alejaban. Me levanté con cuidado, a penas se veía pues el sol ya estaba escondido. Aquí, bajo la cúpula, era donde más luz había. No quería ni imaginarme como estaría de oscuro en las plantas de abajo o en la calle.
-¿Quien anda ahi?.- exclamó un hombre apuntando con una linterna las estanterías.
-Mierda...- susurre. Era un guardia de seguridad. Si me pillaba aquí iba a tener problemas.
Tome una gran bocanada de aire y salí corriendo para bajar las escaleras, que casi me caigo por por ellas, y el guardia me seguía sin parar. Seguramente corría más rápido que yo y el conocía el lugar, así que me llevaba bastante ventaja en todo.
Resbalé en una esquina del pasillo y aproveché la oscuridad para ocultarme. Cogí el móvil y lo tapé con las manos para evitar que me deslumbrase su iluminación.
-¿Diga?.- contestó Justin al otro lado de la línea.
-Estoy en el observatorio, tienes que sacarme de aquí, hay un guarida que me sigue y esta oscuro...- le expliqué sin ni siquiera entenderme yo misma.
-Te has metido en un buen lío jovencita.- escuché delante mía y de pronto me deslumbró la linterna.
Me levanté asustada y le di una buena patada en la barriga al guardia, que por cierto, estaba sobrado de carnes por su panza.
Volvi a subir por las escaleras. No quería seguir bajando hacia esa oscuridad.
Observe el cielo a traves del cristal de la gran cúpula pero no halle ningún movimiento. Ningún aleteo de las alas de Justin.De pronto, alguien me pegó un latigazo en la espalda y caí de boca al suelo soltando mi móvil, que salió disparado por el suelo.
-Eres una chiquilla malcriada, necesitas mano dura.- dijo el pastor con un cinturón en la mano y voz espeluznante.
-Déjeme en paz.- dije dolorida pero éste volvió a darme un latigazo. Está vez me agarré a una estantería y ésta se cayó hacia atrás.
-¡Mira lo que estas haciendo! ¡Arruinas todo lo que tocas!.- gritó histérico.
Me levanté del suelo con pocas fuerzas y antes de que pudiera volver a pegarme un latigazo le agarré las manos.
-¡Eres el mismo demonio!.- siguió gritando estupideces.
-¡Usted es el que está loco!.- le grité, pero el pastor no entraba en razón, la había tomado conmigo.
Me empujó con fuerza y me tiró al suelo de espaldas, y mientras él alzaba de nuevo su brazo con el cinturón yo le empujé con una patada, haciendo que perdiera el equilibrio y colifusionara contra el cristal de la cúpula, precipitandose al vacío.
Me quedé paralizada. No podía creer lo que acaba de suceder. Justin entró por el agujero roto de la cúpula y me cogió en brazos para después alzar el vuelo y sacarme de aquella pesadilla.
-Tranquila, lo arreglaré.- me susurró.