Perdón

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Después de muchas horas de trabajo, Kagome finalmente pudo dar por concluida la purificación del miasma y del fuego de Kuroka, pero dejando como precio heridas de quemaduras espirituales por todo el cuerpo del inuyoukai, las cuales eran disfrazadas por sus caras ropas blancas.

─Lo lamento mucho, me gustaría poder hacer algo sin acabar lastimándote más ─se lamentó la sacerdotisa.

─Lo que haces es suficiente ─le dijo él antes de marcharse sin dar explicaciones.

Sango y Kagome se observaron y llegaron a la conclusión de que iría a ayudar a Rin y a las niñas.

─Rápido, Sango, no tenemos tiempo, tengo que recomenzar el ritual de conjuro, una vez que le ponga un collar a Kuroka, se convertirá en un problema menor y podremos reducirlo.

─El problema es su astucia, no será fácil ponérselo ─admitió la exterminadora.

Ambas salieron de la habitación y le pidieron al sirviente que los guio que las llevara hacia el exterior. Una vez allí, montaron a Kirara y emprendieron el regreso a la aldea. Kagome apretaba fuertemente la cintura de Sango.

─¿Te sientes mal, amiga?

─Sí, tengo demasiado miedo por Moroha, si yo salí muy herida en anteriores batallas, no quiero imaginar qué podría sucederle a ella.

─Entonces sigamos a Sesshoumaru. Estoy casi segura que Rin intentará ir a donde las gemelas y Moroha no se separa de ellas ─la exterminadora ordenó a su gata pantera que cambiara la dirección del vuelo y siguiera al imponente inuyoukai.

Cuando él se percató de sus presencias, no hizo nada, sólo continuó siguiendo la presencia de Rin. Finalmente pudo dar con ella y entró en shock al oler su sangre, apresuró el vuelo y Kirara detrás de él hizo lo mismo.

Kagome y Sango tragaron saliva, al ver la actitud del Daiyoukai se imaginaron lo peor.

Finalmente, pudieron ver a Ah y Un y a la mujer inconsciente que éste llevaba. Sesshoumaru se acercó por la derecha del dragón bicéfalo, mientras que Kirara con las dos humanas, lo hicieron por la izquierda.

Todos miraron horrorizados la herida que ella tenía en el pecho.

─Jaken ─la voz de Sesshoumaru se oía más que furiosa, el pequeño youkai verde se veía más que muerto, porque sabía que tenía la culpa de lo ocurrido al seguirle la corriente a la humana.

─Por favor, perdone a Jaken-sama ─pidió la dama abriendo los ojos─. Lo que sucedió es mi culpa.

─No hables, ahorra energías ─le pidió su esposo con voz tierna y calmada, tomándola de una mano tan fría como el hielo. No daba crédito de que ella hubiera sobrevivido a semejante herida, lo que sí sabía era que Kuroka podía considerarse muerto─. Te conseguiremos un médico de inmediato ─eso era lo primero, Kuroka podía esperar.

─Mientras Sesshoumaru va a buscar un médico, nosotras te daremos los primeros auxilios ─le dijo Kagome.

─Confío en ti ─dijo el inuyoukai a su cuñada, más como una orden que como un aliento y partió en búsqueda del mejor médico que hubiera en la región.

El dragón bicéfalo y la pantera volaron a la par, de regreso al palacio. Al ver a la montura de su amo, los guardias les dejaron pasar sin hacer preguntas. Vieron a la dama malherida y se vieron a ellos mismos muertos. Sabían lo que ocurriría si ella no se salvaba.

La mujer fue cargada en una camilla de alzado en las cuales transportaban a los heridos y la llevaron a una de las habitaciones de la casa principal, mientras algunos de los sirvientes tomaban nota de Kagome de las cosas que necesitaría para tratarla, para posteriormente, salir a toda prisa a buscar esos elementos. Todo el mundo corría y gritaba órdenes.

Larga vida a la Reina - Fanfic Kirinmaru Towa - UADonde viven las historias. Descúbrelo ahora