Venganza

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Zero abrió sus verdes ojos confusos. Notó que el dolor causado por la herida de la flecha de la sacerdotisa y por los golpes de los kashas había cesado. Y luego al intentar revisar el daño, se dio cuenta de que estaba incapacitada de moverse, atada de pies y manos por unas lianas fuertes sobre una pared. Estaba dentro de una cueva extraña y notó que la misma no era natural, las rocas de las paredes estaban lisas y cristalizadas y su olfato fue invadido por un olor desagradable a humano, precisamente la humana de Sesshoumaru.

¿Dónde? ¿En dónde se encontraba esa maldita? Hizo un movimiento brusco y escuchó una voz.

─Oh, ya despertaste, Zero. Las habilidades de esa sacerdotisa extraña son sin dudas temerarias, me costó mucho tratar la herida que traías ─ella lo miró, era Kuroka─. Creí que Inu no Taisho acabaría por matarla, pero resultó tener mucha suerte la maldita. Ese hanyou la sobreprotegió.

─¿Tú me sacaste del campo de batalla? ¿Por qué lo hiciste?

─Porque creo que tus habilidades de onmyodo aún podrían ser funcionales a mis planes. Ponte feliz, podría haber dejado que te matasen para así controlar tu cadáver.

Ella frunció el ceño con la vista baja.

─Kirinmaru le arrancó los brazos, y liberó a todos los de ese clan para que fueran hacia él, es probable que a estas horas ya lo hayan matado y eliminado sus restos para que no puedan reusarse. No tengo motivos para seguir con vida ¡y tampoco para ayudarte!

─¿Ni siquiera la venganza? ¿No te gustaría cobrarle el favor al que fuera tu hermano?

─No necesito de ti para eso.

─A estas alturas debes ser consciente de que el Rey Bestia ha adquirido habilidades que te sobrepasan, aún si tuvieras tus perlas.

─¿Qué quieres decir con eso?

Él abrió su mano izquierda y en la misma había siete perlas de colores dentro de un pequeñito campo de energía.

─No adquirí al clan lobo en vano, sino que me valí de sus sentidos agudizados para rastrear este tesoro. Y te lo devolveré para que te vengues si cooperas conmigo. Si matas a la mocosa albina y esta vez de forma definitiva.

Sus lágrimas, otra vez volvían al momento de la muerte del gran perro. Parecía una maldición humillante, pero a la vez necesaria y justa.

─¡No bromees, porque tienes aquí a la humana de Sesshoumaru!

─¡Oh, te percataste! ─él indicó con la mano hacia un rincón de la cueva, donde había una saliencia que hacía de asiento y otra más elevada que hacía de mesa. Allí estaba sentada la humana vestida con ropas de batalla y hasta con armadura y una naginata extraña y roja, pero su mirada era fría y distante, su expresión también lo era. Sus ojos tenían una coloración rojiza como todo lo que Kuroka manipulaba─. Pero no la he traído para incordiarte. Tú bien sabes que ella tiene más valor y utilidad estando con vida. Mientras la tenga como escudo, ni Sesshoumaru ni sus hijas se atreverán a atacar a la ligera. Pienso aprovechar la oportunidad que tú perdiste.

─¿Entonces la tienes bajo control por medio de un hechizo necromante?

─Y uno muy efectivo ciertamente ─tomó el mentón de la pálida Rin para elevar su mirada─, mientras esté bajo este control, matará sin problemas a sus hijas y hará sufrir lo suficiente a Sesshoumaru antes de que lo eliminemos.

Un par de lágrimas cayeron por las mejillas de la dama humana, callada como una tumba.

─Pues no pareces tener control total sobre ella, parece que aún lleva consigo sus emociones ─lo aguijoneó la mujer de cabello gris.

Larga vida a la Reina - Fanfic Kirinmaru Towa - UADonde viven las historias. Descúbrelo ahora