Epílogo: 4

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Aliento convertido en vapor salió de los cálidos y tentadores labios femeninos, mientras los labios del youkai se acercaban para recibirlo y luego para empezar un beso que fuera capaz de competir con el clima invernal. Había extrañado tanto esos labios de cereza, que se alimentó de ellos, olvidando por completo que éstos le hubieran insultado un día antes.

Olvidando que ella, tras abrazarlo, de forma inesperada pareciera haber cambiado de opinión, para blandir su espada luminosa, poniéndosela contra el cuello y gritándole.

─¡Póngase en guardia!

Él, sorprendido, pero complacido, tomó su propia espada y la chocó contra la hoja luminosa para defender su cuello. Pues no tenía idea que ella lo hacía para probarlo. Ya que según fuera su accionar en esa batalla, ella decidiría si sus intenciones de controlarla eran ciertas o eran solo argucias de su abuela.

─Maldito megalómano, ambicioso e inescrupuloso. Usted está interesado en el poder solamente. Y por eso me ha estado usando desde un principio, al punto tal de que ahora estoy metida en un gran problema y lo necesito sí o sí para solucionarlo. ¡Al menos muéstreme que es digno de ser servido por mí!

Y las armas de ambos comenzaron a chocar violentamente en todas direcciones.

Él entendió que las acusaciones de ella tenían peso, pues los ataques de la albina eran certeros y brutales y venían a gran velocidad uno tras otro, tal y como era cuando defendía su familia y sus convicciones. Le hubiera gustado ocultar su felicidad y su excitación al verla tan furiosa, pero no podía esconderlo.

Al ver tales reacciones, ella se enfureció aún más, retrocedió de un salto y le lanzó un enorme dragón azul. Él decidió interceptarlo lanzando una ventisca con el impulso de su youki.

Pero ella hizo uso de su control de los vientos huracanados para dar vuelta el ataque.

Sus grandes manos entrelazaron los dedos con los de ella, en busca de mayor tacto, de una unión, pero también como si quisiera apresarla contra el colchón mullido a modo de castigo porque esas manos se hubieran atrevido a blandir armas en su contra.

Ya que esa noche, Towa blandió su arma con tanta fuerza, que un dragón azul rodeado de vientos huracanados arremetió contra él y fue con dificultad detenido por una barrera. El ataque venía con tanta violencia que comenzó a arrastrarlo hacia atrás con todo y barrera, antes de explotar. Pero ahora, lo único que iba a explotar como castigo, sería la cachorra.

Sus labios bajaron luego por su cuello, por su escote y bajaron entre los voluminosos senos, para luego entretenerse de forma seductora alrededor de cada uno, dibujando arabescos con la lengua por toda la superficie, antes de alcanzar los pezones duros por la excitación y el frío y succionarlos, alternando entre un lado y otro de la manera más lenta y provocativa que encontró.

Rememoraba lo increíble que le había parecido que, tras ese primer ataque, concentrara toda su energía para lanzarle un segundo dragón, esta vez bicéfalo y más grande. Ella estaba transformada ahora, con su cabello largo, sus orejas puntiagudas y las marcas propias de su clan manifestándose sobre su tez. El impulso del ataque era mucho y sabía que no podría retenerlo, así que lanzó una gran esfera de energía para contrarrestarlo.

Para Towa, esa fue la confirmación de que su abuela mentía. Porque si de verdad la tuviera en menos y quisiera deshacerse de ella, podría haber deshecho el ataque con un Bakusaisouha.

Kirinmaru suspendió de súbito la tentación premeditada sobre los pechos de la hanyou y comenzó a dibujar figuras con los labios y la lengua por los brazos de la hanyou, comenzando en las axilas, para recorrer todo el largo, hasta los codos, mordisqueándolos. Volviendo a hacer esto una y otra vez, alternando con el mismo juego sobre los senos. Ella no hacía más que jadear y retorcerse de manera inconsciente y eso le complacía.

Larga vida a la Reina - Fanfic Kirinmaru Towa - UADonde viven las historias. Descúbrelo ahora