Desvelo

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Se habían reunido en la sala del trono, las dos chicas paradas frente al mismo, dispuestas a sentarse en la alfombra cuando tuvieran permiso, pero el Rey Bestia no había tomado aún asiento. Se encontraba junto a la bandeja de fruta que le habían puesto y las estaba eligiendo.

─Pobre cachorrita, no tienes por qué estar tan a la defensiva, ¿o acaso es tan mala idea yacer por eras a mi lado en el fondo de los mares?

Soltó una carcajada que, en otro momento, en otra circunstancia, a ella le hubiera causado repelús, y se habría quedado furiosa y temerosa en un rincón, preguntándose en las intenciones del kirin, pero ahora que lo conocía mejor, le parecía un potrillo grande jugando un poco.

─No le veo lo gracioso ─murmuró ella.

Él eligió finalmente la manzana más grande de la bandeja y la extendió hacia Towa. En su gran mano, la fruta pareció adquirir más aroma y una tonalidad roja más brillante y atractiva, como si tuviera el poder de darle vida. Él hacía traer las mejores y más vistosas desde que supo que a ella le gustaban.

La chica albina tomó la fruta de su mano, agradeció y la llevó con lentitud a los labios, apoyándolos contra la suave textura, para luego pasar la lengua lentamente y, finalmente, darle una mordida.

El youkai se le quedó mirando, nunca había pensado el acto de comer como algo llamativo, hasta dos segundos atrás.

Moroha en cambio miró distraídamente hacia la puerta del salón, avergonzada por lo que su prima acababa de hacer. Se sentía una intrusa, allí presenciando cómo esos dos se provocaban el uno al otro de diferentes maneras. Quizás hubiera sido mejor que ella se quedase en tierra para ayudar a Setsuna y dejar a Towa disfrutar de los beneficios del viaje por sí sola.

Incluso aunque las dos habían entrenado por horas en la cubierta, peleando contra él al mismo tiempo para ejercitarse, el Daiyoukai siempre tenía preferencia por Towa y la trataba con una "sutil" delicadeza. Si bien las dos recibían putazos, los que recibía Moroha eran peores y no tenía derecho a quejarse porque debía cumplir su palabra de volverse la mejor guardaespaldas del Oeste. Las dos todavía estaban fatigadas por la batalla que él les dio, a pesar de que no habían liberado todo su poder por miedo a dañar la armadura de acero del barco y terminar, como él se burlaba, en el fondo de los mares.

El Daiyoukai ocupó su lugar en el trono. Towa se sentó en la tarima, a su derecha y Moroha se sentó igualmente en el suelo, a su izquierda, esto debido a que era uno de los pocos salones de estilo casi totalmente oriental, por lo que la tradición marcaba que quienes estuvieran en inferior condición al Rey se ubicaran a nivel del suelo y con la cabeza baja. Si él tuviera un Sessho o Kampaku, éstos se sentarían a la derecha e izquierda, pero los de más confianza del Rey Bestia lo habían traicionado, así que ahora ocupaba solo este lugar y ellas, siendo las invitadas de honor tenía derecho de sentarse con él.

No mucho después de eso, un youkai pequeño y deforme entró al salón con la cabeza baja y se postró delante de su Rey.

─Kirinmaru-sama, superamos la zona de tormenta y en la mañana estaremos llegando a puerto, hemos enviado a compañeros que se adelanten y lo anuncien para abrirle el paso a Su Majestad.

Él asintió.

─Puedes retirarte, llama al siguiente.

Casi tan pronto como el youkai salió, entró otro muy parecido.

─Su Majestad, la cena especial que ordenó está casi lista, según sus indicaciones de la mañana.

Towa y Moroha se miraron ¿Cena especial? ¿Cenarían juntos? Towa le dio una mordida a su manzana, el youkai fue admitido de salir y al rato entró otro.

Larga vida a la Reina - Fanfic Kirinmaru Towa - UADonde viven las historias. Descúbrelo ahora