Planes

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La mente del Daiyoukai repetía constantemente el momento de su unión con la hanyou. Se gozaba cada detalle, en cada sensación que había experimentado. Había ansiado mucho poder cortejarla, prenderse de sus ojos de rubíes que lo seguían curiosos, intrigados e hipnotizados por toda la habitación mientras él la rodeaba con galantería, demostrando toda su aura de encanto más allá de las batallas. Era normal que el aura que desprendía al pelear atrayese, pero ella no parecía interesada en eso, las batallas no le provocaban a ella el mismo tipo de exaltación que a él, quizás porque no era del todo inuyoukai, pero ver su insinuante danza sí que la llamó y eso hizo que el corazón del youkai saltara de euforia: aceptación de la joven hembra, calor en su mirada y rubor en su rostro. Adoró sus ojos enormes y extasiados, se divirtió con su postura defensiva y se gozó al romperla con un beso ardiente que no tenía nada para refrenarse. Con cuanta intensidad había ansiado los dulces labios femeninos, con qué necesidad llevó a sus colmillos a recorrerlos... no, a recorrerla entera. La chica era de seda y de terciopelo, cada parte de ella invitaba a ser tocada.

Creyó que, mientras pasaba sus manos, su boca y su lengua por todo el cuerpo de ella, la sed extraña que tenía desde hace algún tiempo sería saciada, pero en cambio, sucedió todo lo contrario. La ansiaba más. Al sentir la seda de sus pálidos brazos rodeándolo, lo incendió un dolor desconocido, que superaba a la excitación que había sentido en batalla. En ese momento no precisaba de la fuerza de ella, disfrutaba de que se mostrara blanda y esa sensación nueva también le provocó goce.

Le gustaba ser brusco, pero estaba siendo obligado a ser suave y entregarle todo el placer que ella necesitara, cubrirla de pétalos de rosa y lirio, pues quería que ese momento fuera un regalo, si acaso fuera el único que llegara a tener.

Aunque no se mentiría a sí mismo: regresaría por ella día tras día, pues su aroma y sabor le eran ahora completamente adictivos y provocadores de que perdiera la compostura. Sabía que su hambre se le reflejaba en la cara, en los expresivos ojos, de una forma casi perversa y que ella podía ver eso muy claramente, llegando a asustarse e intentar separarse en varias ocasiones. Dejó salir de sí mismo palabras suaves, amables y atrayentes que jamás creyó que iba a pronunciarle a nadie. Se sintió capaz de acercarla sin ningún tipo de hechizo.

Buscó ser uno con ella de forma apremiante y cuando lo consiguió, sintió como si corriera entre las nubes, como si volara entre los astros, con más intensidad que lo que hubiera sentido en cualquier otra experiencia y sin deseos de separarse del lugar seguro que había encontrado. Sentía que la mente le explotaría a causa del frenesí que le provocaba escuchar los gemidos y jadeos de la hanyou, sentir su respiración y latidos agitados e inclusive escucharle decir su nombre en un tono por demás erótico, que jamás antes oyó de nadie. Nunca se había sentido tan feliz o completo. Todos los vacíos que le habían dejado los errores pasados fueron cubiertos, sentía armonía y de parte de ella no había rechazo en lo absoluto. Ella era más que suficiente. No necesitaba riquezas, no echaba en menos ningún territorio propio o ajeno y estando rodeado por ella ni siquiera necesitaba de su poder.

Les rodeaba un poder sobrenatural superior como producto de que las energías de ambos, esta vez, en lugar de chocar en todas direcciones, se entremezclaran. No era visible para ojos humanos, pero se generaban entre ellos lazos espirituales fuertes, capaces de darles una protección extra en cualquier circunstancia, y capaces de ser percibidos por otros youkai.

Él también sintió desgarrarse cuando se vio obligado a apartarse para buscarle algo de abrigo. Cuando regresó a arroparla de manera cuidadosa, esa sensación de lazos atados seguía ahí. Disfrutó poder enseñarle cosas de su clan, sobre las cuales ella mostraba siempre curiosidad. Cada palabra salida de ambos seguía exaltándole todos los sentidos. Siempre decía que no pensaba protegerla, sin embargo, gozó mucho poder cobijarla esa noche entre sus brazos, más que otras noches, porque era como guardar una parte preciada de él mismo, en eso se había convertido Towa.

Larga vida a la Reina - Fanfic Kirinmaru Towa - UADonde viven las historias. Descúbrelo ahora