Después de que su vida fuera salvada en batalla, el kirin entrega el trono del Oeste en manos de Towa y pide su mano. Towa se verá envuelta entre el tumultuoso estilo de vida de los youkai y su deseo de ser humana y estar con su familia.
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Towa se vio a sí misma caminando por una ruta infinita, rodeada de montañas, cubierta de niebla. Hasta que vio frente a sí levantarse algo imponente que confundió con un monte. Curiosa, corrió a investigar. Pero no se halló al pie de un monte, sino frente a un inuyoukai blanco gigantesco, esplendoroso y magnífico que la miraba con sus ojos rojos.
─¿Papá? ─voz hizo eco en aquel lugar.
─No, yo soy tu abuelo, le dijo la criatura con una voz profunda, inclinando el hocico para llegar a la altura de ella.
La chica pudo ver que tenía dos líneas púrpuras cruzándole los lados del rostro. Una espesa niebla lo cubrió y pareció disolverlo.
Cuando la visión volvió a ser clara, estaba frente a un hombre alto, que le parecía familiar a pesar de nunca haberlo visto. Tanía el cabello de plata, la tez morena, los ojos dorados bondadosos y una sonrisa. Portaba una gran armadura que le recordaba a la de su padre, solo que mucho más imponente y dividida en placas.
─Qué magnífico Inuyoukai ¿Tú eres mi abuelo Toga?
Él asintió.
─¿Estás aquí para regañarme? ─se cohibió─. A diferencia de ti y de padre, yo he sido una mala Reina. Estoy segura de que casi arruino tus tierras.
Él se acercó unos pasos.
─No eres una mala Reina, eres una Reina con potencial a la que le falta mucho camino por recorrer y mucha experiencia y habilidad que ganar ─extendió una mano para tocar la cabeza de la chica─. Tú puedes con esto, no hay cosas que te limiten. Así como la luna debe ocultarse en algunas noches sólo para poder ganar fuerza en su luz, así será tu poder. Así como la luna debe recorrer veintiocho moradas a lo largo del mes para guiar en su camino a los que la observan, así tendrás que recorrer una ruta para llegar a encontrar tu verdadero hogar.
─¿Soy como la luna? ─él desvió la mirada─. Lo siento abuelo, pero tengo que decirlo, sí soy como la luna. Ella brilla porque el sol le da luz, no encuentra nunca su propio brillo. Sólo soy una hanyou, así como a Setsuna, a mí tampoco me obedecerán tus súbditos, nunca reconocerán que brille por mí misma, siempre estaré a tu sombra y la de padre.
─Tú sólo confía, eres la Reina destinada a sucederme y crear una era maravillosa, encontrarás un sol que te de la fuerza y apoyo para brillar como nadie. Yo lo sé ─y su figura comenzó a desvanecerse como la misma niebla.
─Espera, no te vayas, dime cómo, dime dónde puedo encontrar el brillo que necesito.
─Sólo confía y camina hacia delante ─fue lo último que dijo.
─¡No, abuelo, no te vayas! ─pero estaba completamente sola en medio de una nada blanca─. No te vayas ─abrió los ojos sobresaltada. Estaba en sitio desconocido. Recorrió el recinto con la mirada para ubicarse. Estaba en el Tekkosen y lo que había vivido no había sido más que un sueño.
