Kodoku

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─Azusa no yumihari ─gritó y liberó una seda de tsuchigumo que atrapó a un enorme oni de color azul, el cual comenzó a rebatirse en un intento de liberarse y atacar. Ella maldijo para sus adentros al ver la dificultad que estaba teniendo para controlarlo, incluso debió saltar para esquivar un golpe que pudo ser fatal para su cuerpo debilitado. Si tan sólo Kirinmaru no hubiera mermado sus poderes, ya hubiera reducido aquel oni hacía tiempo. Inclusive, si pudiera manipular a Riku, lo habría mandado a él a realizar la tarea de capturarlo. Pero ahora un acto tan simple se había vuelto una cacería difícil. Le dibujó un símbolo de maldición en la frente y con ello pudo dejarlo momentáneamente inconsciente para arrastrarlo hacia la profundidad de un valle, en el cual llevaba días encerrando serpientes gigantes, insectos monstruosos, más onis, bestias y todo tipo de espantos. Era una tarea que la tenía muy fatigada.

Zero pudo sentir con facilidad el momento en que Kirinmaru fue herido por un poder sobrenatural, pero aquello no le provocó ninguna emoción.

─Eres un estúpido ─fue todo lo que pensó─. Cada vez te arrastras más hacia el peor momento. No mereces que me preocupe por ti, la consumación de este hechizo no es para salvarte, sino que será mi escudo contra la necromancia de ese tipo. Para colmo, tuviste que llevarte a la mocosa, si pudiera utilizarla a ella, estaría más protegida.

Observó las nubes negras que giraban por encima del valle embrujado, dadas las condiciones de mucha energía demoniaca concentrada en ese solo lugar. Muy pronto, estas energías estarían sirviendo a sus hechizos de onmyodo y reemplazarían el poder que Kirinmaru le había sustraído.

Hisui y su hermana monja se encontraban juntos haciendo un viaje de reconocimiento a lomos de su gata Kirara, pues habían recibido noticias de que extrañas energías estaban maldiciendo tres poblados en los que los youkai darían en llamar la región del Este. Tenía sentido que, con la ausencia del Rey Bestia, comenzaran a ocurrir cosas extrañas, los hermanos temían especialmente que pudiera tratarse de otro ataque de Kuroka o una sublevación como durante el incidente del ejército paralelo de Hikyu. Por ello los exterminadores se dividieron en tres grupos para hacer vigilancia y, dado el caso, entrar en combate: uno dirigido por su madre Sango y su padre el monje Miroku estaría más al norte, el siguiente poblado sería protegido por los hermanos y el grupo del sur sería dirigido por su tío Kohaku, jefe de la aldea de exterminadores.

En cualquier caso, fueron los hermanos los primeros en detectar las nubes espesas y oscuras de energía que se concentraban en la distancia, sobre un valle.

─Mira, hermana ─llamó Hisui la atención de Kin'u, que hasta ese momento venía haciendo bromas para alivianar el viaje─. ¿Crees que ahí esté el youkai que está maldiciendo los poblados?

─Es lo más probable, pero dado cómo se ve, creo que debe haber una gran concentración de miasma y serían peligroso a pesar de mis poderes espirituales. Si vamos a acercarnos, lo mejor es que usemos máscaras.

Hisui procedió a ponerse su máscara y le dio a su hermana otra que había sacado del almacén de suministros de la aldea de exterminadores como precaución antes del viaje. Luego, dieron orden a Kirara de acercarse. Pero la pantera de dos colas fue tomada por sorpresa siendo atacada desde abajo por una seda de Tsuchigumo que le quemó el estómago, le hizo perder el equilibrio y caer, con los hermanos sujetándose con fuerza a ella, mientras giraban en el aire rumbo al suelo. Los tres fueron arrastrados en la tierra, golpeándose fuertemente.

Mientras intentaban levantarse, buscaban el origen del ataque y Kin'u fue la primera en descubrirlo.

Era una mujer harapienta de cabello largo grisáceo.

─Una hechicera ─se puso en guardia, sacando de entre los pliegues de su ropa pergaminos sagrados y sujetándolos en dirección a ella─. Eres tú quien ha iniciado un hechizo que está perjudicando los poblados vecinos.

Larga vida a la Reina - Fanfic Kirinmaru Towa - UADonde viven las historias. Descúbrelo ahora