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¡Viernes!

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¡Viernes!

¡Por fin! Sus amigos iniciarían con él desde el lunes, entonces ya no estaría solo y mucho menos lo molestarían, sus amigos lo protegían en el anterior instituto. Sabía que sería lo mismo con éste.

Aunque, la verdad es que ya ni debía preocuparse por ello, desde su cumpleaños algo que desconocía hizo que todos los que lo acosaban se alejaran.

Ahora ni lo miraban. Y eso era un sueño hecho realidad. Solo falta conocer a quién está detrás de las cartas y a quién lo defiende.

Llegó a la entrada de su salón, como siempre mucho más temprano. Todo parecía ir como la rutina indicaba, sin embargo, ¿Quién era ese encapuchado?

Se asomó con cuidado por una de las ventanas, pudo apreciar cómo aquel se detenía en su butaca para colocar algo y después abandonar el lugar.

Con cuidado de no ser visto, se adentró al salón cuando el otro salió, lo que dejó eran unas flores, un ramo de rosas rojas para ser exactos.

También había una notita, corta pero significativa.

Te amo, pequeño, no lo olvides.

Sin más dejó aquel ramo en su lugar y emprendió camino hacia donde el encapuchado giró.

Sentía su corazón desembocado por el gran parecido de esa letra con la de las cartas, ¿Es ese quién lo ha estado animando? ¿Él es quién lo protege?

Pudo ver los mismos sobres ser metidos por aquél muchacho vestido de negro. En cuanto ese abandonó el lugar con dirección a la biblioteca, abrió con apuro su casillero. Viendo como las cartitas caían, revisó, comparó y efectivamente, encontró a su héroe.

La sonrisa deslumbrante que dio en ese momento no podía compararse con nada, incluso quería llorar.

Rápido fue a la biblioteca, sabía que aquel debía seguir ahí, no hay manera en que se pueda salir sin cruzar por ese pasillo.

Recogió todas las cartas y las colocó en su mochila con sólo una quedando en su mano, corrió. Corrió como nunca antes.

Sus pisadas eran acalladas por el ruido de los autos que comenzaban a estacionarse fuera, claxon y gritos ayudaron a que un asustado pelinegro no se percatara de su carrera hacia él.

El mayor sólo estaba matándose a sí mismo, ¿Por qué mierda no dejó las flores en el casillero como quería?

Luego de dejar las cartas de manera apresurada comenzó a correr pues sintió que alguien seguía sus pasos y su corazón latió mucho más fuerte al percibir de reojo a Tae.

Quitó su cubrebocas y aspiró profundo. Por poco y su plan de iba al caño.

Tal vez JungKook debería tener más cuidado, ahora esa pequeña bola de timidez que tan loco lo ponía estaba justo frente a él con una de las cartas que enamorado y cursi escribió.

¿Porqué ese pequeño sonreía tanto? ¿Porqué sus ojitos brillaban?

Aún mejor, ¿Porqué se abalanzó sobre el pelinegro después de ver quién era realmente?

Aún mejor, ¿Porqué se abalanzó sobre el pelinegro después de ver quién era realmente?

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𝗛𝗲'𝘀 𝙢𝙮 𝗻𝗲𝗿𝗱 [kσσktαє]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora