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Ah, que alguien ayude por piedad al pobre castañito.

- Hyung, no entiendo. - Su ceño se fruncía con enojo.

Durante años había dedicado sus horas a aprender cada cosa que podía, horas y horas con su carita enterrada entre pilas de libros; todo para que ahora, a pesar de entender y saber qué son los celos, no pudiera entender porqué su hyung los siente.

- Es decir, sé que son los celos, pero, ¿Por qué usted los siente? - Ya sin esperanzas, su última opción fue preguntar.

Los estúpidos libros al final no sirven de nada.

JungKook soltó una pequeña risita, si recibiera la mitad de un won por cada pensamiento que, estaba seguro, rebotaba en la pequeña cabecita; podría comprar el cielo entero a su Kim.

- Si sabes lo que son, con tu inteligencia, eventualmente te darás cuenta, bebé. - Había dejado atrás su actitud de perro rabioso gracias a que la 'amenaza con cara de calamardo' se había rendido.

Es bueno que 'bebé' pueda interpretarse como un apodo entre parejas.

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De nueva cuenta, ambos estaban en una gran sala de cine, solo con la gran diferencia de que uno de los dos temblaba y el otro sostenía la mano contraria intentando contener sus carcajadas.

- Bebé, si no te gustan las películas de terror, ¿Porqué elegiste esta? - Pobremente cubría sus ganas de reír.

La linda bolita temblorosa se aferraba a su mano encajando las delgadas uñitas.

- Ví que usted parecía querer verla, ya vimos la que a mí me gustan; era justo. - JungKook mordió su labio inferior echando la cabeza hacia atrás.

Lindo.

Muy lindo.

- ¿Por eso tienes los pies en el asiento? - La cercanía entre ambos hacía que los susurros fueran escuchados lo que ayudaba a no molestar a los demás expectadores.

- Es para que no me coman.

- Podemos irnos en cuanto quieras, bebé.

El besito que fue depositado en su frente de alguna manera lo relajo en demasía, tanto que la película "la monja" que no llevaban más de quince minutos reproduciendo no parecía tan aterradora como antes, o quizás solo era la sensación de protección que la mano entrelazada con la propia le brindaba. Aunque también podemos suponer que las caricias en su cintura le hacían sentir seguro, o a lo mejor solo era que su cabeza recibía mimos con la nariz del mayor.

O todas juntas, solo Dios lo sabe.

Al cabo

- ¿Qué te pareció la película? -Ambos caminaban con sus manos unidas por el gran pasillo del centro comercial.

- Jamás volveré a visitar un convento. De hecho, creo que cargaré con gas pimienta por si me topo con alguna. - Ahora que sí podía reírse, JungKook tiró la cabeza hacia atrás soltando la carcajada, recordando como Tae temblaba y se aferraba a su mano.

- Tranquilo, yo te protejo, bebé.

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Lamento mucho el retraso, he tenido bastantes problemas, tanto de creatividad como personales. Perdón.

𝗛𝗲'𝘀 𝙢𝙮 𝗻𝗲𝗿𝗱 [kσσktαє]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora