𝗛𝗲'𝘀 𝙢𝙮 𝗻𝗲𝗿𝗱 [kσσktαє]

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Después de sentirse un costal de papas, sus hyungs lo llevaron a lo que, dedujo, era el interior de algo. Una casa quizás, había escalones y tenía olor a pasto recién cortado.

De cierto modo parecía familiar.

Escuchaba algunos ruidos mínimos y uno que otro susurro, pero no podía distinguir qué era lo que decían.

La venda fue retirada delicadamente de sus ojos y... ¡Oh por Dios! Toda su familia (verdadera familia) y sus amigos ahí, por él. Se sentía tan, tan malditamente especial.

Era como si de verdad fuese una persona normal, una aceptada. Como si no importaran sus gustos o actitudes.

No eran tantas personas, y de hecho, el grupo era menor a los díez, sin embargo; era todo una multitud a su sentir.

Era todo su mundo ahí, reunido. Viéndolo y esperando una reacción, su madre secando las lágrimas que caían por sus ojos, su Hyung diciéndole que todo estaba bien; que era importante.

Todo era tan bonito, tan bueno que se olvidó por completo de los malos comentarios, de las bromas, los desprecios. Incluso olvidó sus planes de, según él, terminar de la mejor manera.

Ese fue el impulso que le hizo levantarse, el que le recordó el porqué de siempre mantener una sonrisa. El porqué siempre agradecer cuando era golpeado, el porqué ofrecía su mejilla para recibir impactos.

El porqué ser fuerte.

Eso era lo que necesitaba, saber- no, recordar que alguien arriba estaba lanzando bengalas para que él pudiese ver en la oscuridad.

Se quebró.

Aunque se quebró, ellos estuvieron ahí, lo apoyaron, buscaron cada pieza y armaron con tanto amor que simplemente quería tirarse a los brazos de su madre y llorar como el bebé que tuvo que irse para defender a su familia.

- ¿Por qué lloras, amor? ¿No te gustó? No es lo mejor, pero nos hemos esforzado. - Su madre, el ángel más bello y puro que nunca había visto.

- Todo está bien, TaeHyung-ah.

- No hay razón para llorar.

Su amigos.

Lucharía.

Y si su destino era morir, pues, ¿Qué mejor que morir en combate, como un héroe?

- ¡Chicos, hora de partir el pastel! - Los tres jóvenes estaban bajo un árbol.

El castaño se sentía tan bien que no podría borrar su sonrisa ni a golpes. Encontró lo que sin saber había perdido.

- Bien, entonces, a la cuenta de tres, le soplas, ¿Bien? Solo tienes tres deseos. - Asintió aún con sus mejillas rojas por no saber qué hacer mientras le cantaban las mañanitas.

- Uno... - Todos comenzaban.

Cómo primer deseo quiero...

- Dos... - La vibra eufórica era trasmitida en el lenguaje corporal de todos los presentes.

Ayúdame a...

- ¡Tres! - Sopló.

Por favor, haz...

Aplausos eran encargados de llenar el hogar, sonrisas eran las que lo iluminaban y abrazos lo que aportaban ese cálido sentimiento digno de un buen lugar seguro.

- Antes de todo, BeomGyu y yo queremos dar una sorpresita... - El repentinamente aura inocente que cubrió a JiHoon y al mediano hizo a los demás saber que sería algo grande. - Te toca.

- Te odio. - ¿Cómo se le ocurría darle semejante responsabilidad? ¡Él es un bruto con las palabras! Valiente hyung el que tiene. - Ahora somos tus compañeros, Tae.

Es normal que se desmaye, ¿No?