✧*:.。.3O.。.:*✧

4.8K 490 206
                                    

[>>>]

Después de su corazón roto, decidió que, si TaeHyung no lo ve como una posible pareja, está bien.

De todos modos no lo puede obligar, es decir, ¿Duele? Sí, ¿Se siente como si le estuvieran pateando las bolas durante una hora entera sin detenerse? Sí. ¿Lo soportará por el castaño? Joder, sí.

Aún cuando fue el menor quien hizo a su corazón agrietarse, él mismo lo reparó con la linda sonrisa que le dió. Aunque también puede ser que el besito que dejó en su mejilla con labios suavecitos y cremosos sea el mejor pegamento.

Al fin del día, ese no es el fin del mundo, ¿No?

O sea, si TaeHyung no lo ve como el posible hombre de su vida aún, pues para algo existe el enamorar, ¿O no?

Entonces, enamorará al pequeño revoltoso que se cuelga de su torso tal koala en este momento. Lo enamorará tanto como él lo está por Kim.

- ¿Qué pasa, bonito koala? ¿Te dieron azúcar? - Colocó sus brazos en la cintura del otro para apresarlo y así evitar alguna caída a la vez que avanzaba hacia su lugar secreto.

Además de que con sus manos ahí también podía levantar la mochila para que el peso no esté sobre los pequeños hombros y causen dolor. Dos por uno.

- ¿Recuerda el libro que le había comentado? - Ojitos brillantes y emocionados lo veían en la espera de una respuesta con el rostro en una sonrisa.

- ¿El de los príncipes? ¿O el de los duendes? ¿Los híbridos?

No quería presumir ni nada por el estilo, pero es que su pequeño ya le hablaba hasta para decirle de los nuevos libros que sacaba de la biblioteca por la nueva variedad llegada hace unos días.

Una vez, TaeHyung le llamó diciéndole que no podía dormir - por razones que no le quiso explicar -, dijo que el primero que fue a su mente fue él y decidió llamarlo.

Esa noche hicieron videollamada hasta las dos de la madrugada donde el menor se quedó dormido contándole porque debían dormir ya. Argumentando que a las tres de la noche es cuando todos los monstruos y fantasmas salen a comerse a los niños malos que siguen despiertos, mientras él lo escuchaba atentamente con una sonrisa en los labios.

Al día siguiente de eso, y Jeon llegó tan, pero tan, de buen humor que no hizo nada al ver cómo dos chicos habían derramado accidentalmente un poco de jugo sobre sus zapatos.

No valía la pena pelear cuando en su mente estaba grabada la imagen de un bonito bebé dormido soltando lindos balbuceos con las mejillas más abultadas.

Recuerda haber dormido a las tres y media por pensar en ese pequeño, imaginado diferentes escenarios en los que lo primero que veía al despertar era ese lindo rostro sonrojado.

- ¿Hyung? ¿En qué piensa? - Tae le tomaba de los cachetes para aparecer en el reflejo de sus ojos que gracias al brillo en ellos parecían dos preciosos espejos.

- En que repentinamente todos mis problemas parecían simples árboles. Árboles que puedo esquivar porque inexplicablemente siento que puedo volar. - Quiso explicar con su pobre hablar.

No podía. Sentía que estaba entre las nubes, con los ángeles, incluso con uno entre sus brazos.

Es irónico si lo pensamos, siempre se había alejado por miedo a ser herido, sin embargo, estaba encandilado, encandilado con TaeHyung. Tan fascinado y asombrado.

Tanto que sin darse cuenta había llegado ante él sin ningún tipo de protección, le dió su corazón sin siquiera fijarse en cuánto daño le podría causar o en cuan grande es el poder que tiene sobre él.

- ¿Qué libro era el que decías? No me respondiste. - Lo bajó cuando llegaron, sacando su mochila para colocarla con cuidado sobre el viejo escritorio para después lanzar la propia al piso.

- ¡Cierto! Se me había olvidado. - Kim se sorprendió, su hyung había recordado todos los libros que le mencionó que se encuentra leyendo. - El de los príncipes.

El pelinegro acercó unas bancas para ponerlas frente a frente con una mesita en medio y luego puso sobre esta los batidos que había prometido llevarle al menor. El pequeño colocó unos Toppers con comida y fruta para dos.

Teniendo listos sus desayunos.

- ¿Qué hay con el libro? - Ayudó recorriendo la silla para después meterla y así Tae quedara sentado.

- El rey les negó verse, ¡Yo me puse muy triste! Pero luego, el entró y se la robó. Luchó pero los capturaron y lo hicieron esclavo, ¡Aún con todas esas torturas él seguía pensando en ella! - Se perdió.

Se perdió en los lindos ojitos que se abrían y que junto a los movimientos de sus manos buscaban darle más precisión a lo que decía. Sí, estaba escuchando y menorizando todo, pero por algún motivo sus ojos no se separaban de los grandes del verdadero príncipe.

- Jamás se rindió, la protegió de todo y contra todo ¡Y ahora viven felices y juntitos! - Finalizó su resumen con una sonrisa.

- ¿Pero ya terminaste el de los híbridos? Te veías muy emocionado, bebé. - Saboreó decirle así.

- Uh, es que ese libro decía que los lastimaban mucho, ¡Solo por ser diferentes! ¡Y lo peor es que ellos creían ser malos y se ponían tristes por eso! Aún cuando no estaba mal, ellos así nacieron y está bien.

Los ojitos comenzaban a brillar, pero esta vez de manera triste, amenazando con llorar.

- ¿Y no te recuerda a alguien? - La fija mirada en sus ojos lo hicieron avergonzarse, tenía razón.

- ¿De verdad no le importa mi orientación? - La carita trasmitiendo la sensibilidad que sentía en el momento.

- ¿Por qué debería hacerlo? Tengo conocidos heterosexuales, un gusto es eso. Solo un gusto. - Se encogió de hombros viendo al menor levantarse de su asiento con la cabeza gacha.

Después de unos pequeños segundos, el bonito koala había regresado.

Se había tumbado en sus brazos poniendo las piernas rodeando su cadera y las delgadas manos en el cuello. Había quedado en su regazo con la cabecita metida entre su cuello y su mandíbula.

Se recorrió un poco solo para poder aspirar el olor del cabello, era uno único y perfecto para Jeon, luego dejó un besito en la linda cabellera suave.

- Seré el príncipe de tu cuento, bebé.

No hay nada que temer.

[>>>]

Sigo con los mismos problemas, toda la mañana intenté colocar ambos "separadores" pero no me dejó. :(

𝗛𝗲'𝘀 𝙢𝙮 𝗻𝗲𝗿𝗱 [kσσktαє]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora