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- Uh... Hyung... - Notó algo que por el entusiasmo anterior no había visto. - ¿Qué le pasó? ¿Estaba entrenando?

Los finos y dulces dedos se pasearon delicadamente por el vendaje, justo como una pluma. Observaba ese lugar de cerca, los bellos de Kook erízandose por la cercanía y la respiración tan a centímetros.

- Mhm, entrené un poco con unos sacos. - Nunca especificó qué tipo de sacos, no cuenta como mentira.

- Pero ahora debemos llevarte a tu clase. - Continuó. ¡Un pequeñito detalle! - Oye, ¿Y los otros? No los he visto.

Son castrosos, pero tampoco quiere que algo les pase.

- Oh, los Hyungs pidieron permisos para poder acomodar bien todo eso de la mudanza y así. Se supone que hoy llega todo lo que les faltaba. - Explicó mientras veía como el mayor tomaba entre su grande, rasposa y venosa mano la pequeña y delicada propia.

Las comparó para luego dibujar una sonrisa y después solamente unirlas entrelazadas.

- Pues a estudiar se ha dicho. - Se levantó de la banca en la que se encontraban tomando ambas mochilas para colgarlas en su hombro sin soltar el agarre. - Sin reclamos.

Las intenciones de Tae quedaron al descubierto cuando quiso abrir la boca para señalar que su mochila es pesada y que no era necesario que el mayor la cargara.

- Si me lo permites, quiero llevarte personalmente a todas tus clases. - Al obtener un asentamiento por parte del otro, iniciaron su camino.

Debían ir a la segunda planta para llegar al salón de Tae, así que comenzaron a subir las escaleras, el menor por delante y el mayor sujetando sus caderas con el fin de evitar caídas.

Los alumnos los veían de manera sorprendida, a pesar de que todos saben que con Kim siempre será diferente, eso es demasiado, ¡Lo está llevando personalmente a sus clases y además lo cuida cómo a un cristal en el camino!

- ¿Es este? - Sin parecer acosador, señaló el salón en el que tantas veces lo vió entrar recibiendo unos ojitos sorprendidos, mejillas sonrojadas y un débil asentimiento.

- ¿Puede darme mi mochila? Es muy pesada y ya me siento mal por haberlo dejado cargarla tanto tiempo. - Sin querer, un puchero que, a diferencia de los demás, no le gustó a JungKook se formó en los labios rositas, era uno triste y culpable.

- Hey, mírame, esto no pesa nada. - Cuando tomó su mentón para mostrarle lo fácil que podía levantar ambas mochilas, accidentalmente su pulgar cayó sobre el labio inferior, sobre el suave, lindo y apetecible labio inferior que iba a juego con las mejillas rojitas, ojos grandes brillantes y piel perfecta.

La verdad se le ocurrían muchos escenarios no requeridos en ese momento.

No lo quiso pero mordió el labio propio al tiempo en el que pasó su dedo por todo el labio lentamente, disfrutando de cómo se abultaba, estiraba o abría paso a la cavidad bucal.

𝗛𝗲'𝘀 𝙢𝙮 𝗻𝗲𝗿𝗱 [kσσktαє]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora