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Caminaba con el entrecejo fruncido y pasos pesados. De verdad que no sabía si lo que quería era matar a los demás o matarse a sí mismo.

Su día estaba siendo una mierda y el bullicio de la gente, más las grandes bolsas que, a pesar de no ser lo suficientemente pesadas como para joderle, sí eran lo bastante estorbosas como para molestarle.

Y, si a eso le agregamos que no ha visto a su chico desde el sábado, Jeon era sólo una bomba de tiempo que explotaría en la primera oportunidad.

De hecho, siendo realistas todo su enojo no se trataba de cómo era su día, en realidad, sus días siempre habían sido así. Su verdadera molestia es que ya se había olvidado de eso, TaeHyung lo eclipsaba tanto que ni siquiera tenía tiempo de recordar lo que le molestaba. Todo su enojo y frustración se debía a no estar con el castaño. Y punto. Lo sabía y sabía que era un caprichoso y que debería dejar a TaeHyung respirar, sin embargo si se alejaba de Kim el que sentía que no podía respirar era él.

Sin darse cuenta ya casi llegaba a su destino lo que lo hizo relajarse un poco al saber que cuando llegara tendría la recompensa que tanto ha esperado; pero un bulto más cercano a llegar al lugar llamó su atención, Jesús, lo reconocería en cualquier lugar. Se dió más prisa.

Pudo ver a su precioso chico con un gran mameluco de conejo mientras cargaba dos pastas de ramen, parecía que acababa de despertar, su lindo cabello desordenado aún resaltaba después de intentar cubrirlo con el gorrito de su pijama. Y cuando pudo verlo, repentinamente creía que su día no había sido tan malo.

Lo vió agacharse para dejar los dos sobrecitos en el piso y abrir la puerta, al mismo tiempo él dejó las bolsas en el piso y se acercó, rodeó con sus brazos al pequeño desde la espalda.

— Te ves precioso, bonito. — Murmuró en su oído para después dejar un besito en el cuello.

— ¡Kookie! Creí que me iban a asaltar — Se dió la vuelta para ver a su mayor a la vez que enrrollaba sus brazos en el cuello del más alto.

— No creo que se atrevan. — Apresó con más fuerza la pequeña cintura y colocó una mano en sus caderas, le encantaba como se sentía.

— Kookie, te estaba esperando, ¿Quieres comer ramen? — Le preguntó después de impulsarse un poco para que Jeon lo cargara.

— Bonito, no te conocía tan atrevido. — Fingió sorpresa elevando sus cejas, sabía perfectamente que la pregunta de TaeHyung era literal y sin segundas intenciones, pero a nadie hacia daño si jugaba un rato. — Pero, supongo que ahora que somos esposos es algo natural. — Dió un leve apretón en la nalga de Kim sonriendo ladino.

— ¡Hyung! — Tae brincó de sus brazos y se escondió en su pecho, podía ver hasta sus orejas rojas y no pudo aguantar la carcajada que sin más salió de su boca. — El atrevido es otro. — Murmuró y sólo aumento la risa del pelinegro que volvió a sostener a Tae como un koala.

— Bonito, no me hagas ese tipo de propuestas si no lo vas a hacer después, ¿Qué clase de marido deja a su marido con las ganas, ah? — Tomó el mentón de TaeHyung para que lo mirara, estaba tan seguro de que lo que sentía había superado con creces el amor, no amaba a TaeHyung era algo más, algo más fuerte.

Amar era una cosa estúpida y de niños comparado con lo que él sentía. Lo suyo era más fuerte, más grande, más arrasador.

— Kookie, ¿De dónde sacas que somos maridos? — El menor le preguntó completamente sonrojado mirándolo como si fuera algún tipo de Dios o algo parecido. Se preguntaba si su mirada decía lo mismo, aunque sabía la respuesta.

Sabía que seguramente sus ojos veían a TaeHyung como si fuera el universo entero, como si fuera su oxígeno, cómo si no tenerlo fuera un infierno adelantado.

Le asustó la magnitud de sus pensamientos, él era de las personas que decía que necesitar a una persona era algo enfermo y estúpido, algo nefasto. Pero le asustó más el pensamiento de no tener a TaeHyung. Sentía que le pertenecía, pero a la vez, no se sentía a sí mismo como propio, sentía que le pertenecía a su chico bonito. Y le sorprendió la manera en que ese pensamiento hizo latir con más fuerza su pobre corazón.

— ¿No me propusiste matrimonio cuando nos besamos? Uh, creí que había sido así. — Hizo el amague de besarlo de nuevo y le emocionó la manera en que TaeHyung reaccionó, al igual que él mismo, con antelación y un anhelo indescriptible. — Supongo que sigo soltero, entonces.

Con el rostro repentinamente serio Tae arqueó una ceja. — Si Kookie Hyung está soltero, yo también. Y si Kookie Hyung no es mi esposito, no me puede besar, abrazar o cargar. Pero otro hombre más sí. — Sonrió cuando Jungkook en lugar de soltar la carcajada que tenía guardada hizo una mueca y empujó su lengua contra su mejilla. — Como Bogumie Hyung. — Terminó y se bajó victorioso de sus brazos.

— Lindo... Estaba jugando, amor. No es en serio, ¿Cierto? — Fue por las bolsas y por el ramen cuando Tae los señaló y rápidamente los dejó en la isla de la cocina.

Se apresuró cuando vió que el castaño iba hacia la sala, así que corrió para alcanzarlo y una vez lo tuvo cerca lo volteó para tomar sus muslos, cargarlo y caminar hasta el sillón.

Con Tae sobre sus piernas lo acercó más, ya no iba a abrir su bocota.

— TaeHyungie, vamos, bonito. Dí que era una broma. Dí que somos espositos, vamos cariño. — Murmuraba mientras daba besitos en el cuello del menor, incluso bajó un poco el cierre de su mameluco para tener más acceso a la adictiva piel. Sabía que ese era un punto débil de su chico. Énfasis en “su chico”.

Masajeando las caderas y muslos contrarios esperó una respuesta.

— Kookie, es obvio que era una broma. — Las manos de Tae acariciaron las orejas y mandíbula del pelinegro. — No dejaría a nadie más tocarme como tú me tocas, Hyung. En realidad, no quiero que nadie más lo haga. Sólo tú.

Y Jungkook solo atinó a hacer lo que había pensado desde que vió a su chico; lo besó con tanta urgencia que tuvo que sostenerlo de la nuca para que su fuerza no los separara o empujara a Tae.

No sabía el nombre de lo que sentía, pero sí sabía que esto era algo único, algo que conservaría por el resto de sus días. Algo que jamás dejaría ir. Kim TaeHyung era suyo. Tan simple como eso. Fue hecho para él, sólo para él. Lo sabía, podía sentirlo. Completamente suyo, hasta los huesos.

— Me perteneces y te pertenezco, amor. Siempre fue así.

Le dijo cuando logró recuperar el aliento después del fogoso beso, sintiendo a Tae temblar y dándose cuenta de que había acariciado y tocado el cuerpo de TaeHyung durante el mismo.

También se dió cuenta del gran sonrojo en el menor, y las manos que apresaban sus bíceps. Y amó la idea de que, quizá, Tae siente el mismo deseo arrasador que él.

— Y siempre será así, Kookie.

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1212 palabras completamente del capítulo.

Sinceramente, creo que este ha sido mi favorito.

𝗛𝗲'𝘀 𝙢𝙮 𝗻𝗲𝗿𝗱 [kσσktαє]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora