07. Píe de frambuesa.

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Narra Narradora

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Narra Narradora

Joe lo pensó, tenía a una no tanto desconocida a su lado que estaba borracha. Además que realmente no le tenía mucha fe de seguir viéndola, no por que fuera pesimista.

Es que ella es una celebridad.

Solo es otra famosa queriéndose salir de la rutina pero al poco tiempo se aburrirá y dejará todo atrás.

Realmente, lo estoy intentando con una chica... —Comentó feliz—. ¿Te recuerdas de la chica que me beso en la caja registradora?

—¿La chica rubia? —Joe asintió, tomando de su doblada—. Es linda, espero... Que les vaya muy bien.

A pesar de lo que dijo fue real, aún así le dolió confirmarlo y escucharlo con sus propias palabras. Pero el hecho que él sea feliz con alguien más, no significa que ella debe quedarse estancada o que renuncie al amor. Las cosas que no son esperadas son las mejores.

Oh bueno, eso le dijeron sus padres cuando era niña.

—¿Y tu? ¿Alguna celebridad por conquistar? Pero que digo, eres una celebridad. Cualquier hombre quisiera estar contigo. —Sydney lo vio confundida, nunca le había dicho que era "famosa".

—¿Cómo sabes?

Vio como el pelinegro se tensaba, había dicho demás y casi se atragantaba con su comida.

—Tu tía Magi me dijo que tenías una tienda y que tu padre era un director.

—Oh, es cierto... —Ríe tranquila, se había alarmado pero solo suspiro—. No tengo nadie en mi vida, antes salía con un chico, fue horrible...

—¿Tóxico?

—Ni que me lo digas, no entiendo por qué no vi las señales, siempre las miro al instante cada vez que salgo con un chico. —Suspira—. Creo que fue porque realmente me gusto que no vi las señales... A veces el amor te vuele estupido y no te deja ver las cosas claras.

—Pienso lo mismo... —Susurro Joe viendo de reojo a la rubia—. Te vuelven vulnerable a algunas cosas.

—Exacto, pero al carajo con el. —Tomó otro sorbo de su coca-cola.

Siguieron comiendo su comida en silencio, era cómodo. El ambiente estaba tranquilo junto la música que estaba en el lugar. Además de los carros que pasaban junto las personas de Nueva York.

—Para ser de Los Ángeles, no te pareces en nada. —Comento Joe como si nada, tratando de sacar platica.

—Oh, demonios... Todos los neoyorquinos me dicen así. ¿Como esperan que sea?

—Mmm, por lo que he visto en redes sociales y por lo que veo en las tiendas es obvio que no eres como ellos.

—Yo también nací aquí, Joe. —Abrió sus ojos a más no poder y se sonrojo.

—Lo siento, pensé que tu... Bueno.

—Tranquilo, nos estamos conociendo y es obvio que debemos aprender a no juzgar un libro por su portada.

—Eso fue un golpe muy bajo, Dede.

Saco una carcajada por unos segundos, calmándose—. Mi padre nació aquí y mi madre es de Canadá, por desgracia o no. Se conocieron y... Gualah, aquí estoy.

Narra Joe

¿Por desgracia? Aún que debo de decir que me sorprende, por un momento pensé que me regañarías o me dirías tus opiniones como realmente piensas.

Como en Los Ángeles.

Aquí está su dinero, estuvo delicioso. Quizá vuelva otro día. —Sonrió y se levanto de su lugar.

Agradecí la comida y comencé a caminar a su lado.

Muy bien, muchas gracias por todo Joe.—Por alguna rara razón, no quería que se fuera.

Así que la detuve antes que se cruzara la calle, con la estupida excusa.

Te llevare a casa, es demasiado tarde y es muy peligroso para que vayas tú sola. —Dije serio, aún que no estaba mintiendo—. Además con lo que te paso, no me quiero arriesgar.

Lo pensaste pero rápidamente aceptaste, rodeando tu brazo con el mío. Algo que se sintió cómodo, a decir verdad.

Sydney. Contigo puedo hablar sin sentir que me juzgaras, algo que no puedo con Beck. Diciendo y haciendo cosas que realmente no me gustan, pero no puedo hacer nada. El amor es de esa manera.

—Tu eres mi primer amigo hombre después de mucho tiempo y eso que estoy rodeada de ellos todo el tiempo. —Suspira—. En serio, así que te agradezco por sí escucharme y no fingir que lo haces.

Eso se sintió bien.

Ser un buen amigo. Y lo soy, Beck. Escuchó a las personas, no importa lo malo o estupido que suene. Siempre ayudaré en lo que sea que necesiten.

—Se que pensaras que es estupido, pero en el mundo de las "celebridades" en muchas comillas, tus amigos realmente no son amigos. Claro, hay algunas excepciones pero no lo es todo el tiempo.

—No me tienes que convencer, por qué te creo totalmente, pie de limón. —Dije con una sonrisa, lo cual ella también sonrió.

—Tenias qué decirlo, ¿verdad? —Asentí varias veces, volteando a ver hacia mi alrededor.

El resto del camino estuvo tranquilo, me había olvidado por completo de mi mundo. Creando uno nuevo, mejor dicho. Creamos uno nuevo, Dede.

—Bueno, aquí es donde vivo. —Dijo Sydney separándose de mí mientras sacaba sus llaves.

—Linda casa, supongo que era de tu tía Magi.

—Acertaste... —Silencio—. Tal vez, un día de estos puedas venir a almorzar. Claro, si tú quieres.

¿Estás organizando nuestra próxima salida? Aún que se que eso me dejará tiempo perdido de no poder verte, Beck.

No me vendría nada mal salir con algunos amigos—. Claro, me encanta esa idea. ¿Me das tu número o..?

—Oh, que tonta soy. —Saco su celular y noté como me mostraba su número.

Hice lo mismo que ella, anotando su número. Al terminar noté como estaba sonrojada, algo extraño.

—De acuerdo, muchas gracias por ponerme sobria y... Cuidarme en todo este camino. De seguro tenías muchas cosas que hacer y yo...

—Tranquila. Me alegro que te encuentres mejor, así que.. Nos vemos, pie de limón.

Mordiste tu labio nerviosa, lo noté a un que lo quisiste tapar con tu pelo. Algo muy sexy a mi parecer. Antes que pudiera decir algo más, me diste un beso en la mejilla.

—Nos vemos, pie de frambuesa.

𝐃𝐑𝐎𝐖𝐍 | Joe Goldberg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora