🔪 ━━━ ❝ ¿Serias de esos amigos que te ayudan a cavar una tumba, o serias de los que llaman a la policía? ❞
🩸 ┃ Donde Joe Goldberg
quiere domar sus demonios internos,
tratando de conquistar a Guinevere
Beck mientras que por un gracioso
e incómod...
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❝ LIBRERÍA ❞
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Narra Joe
Me besaste.
Era como un sueño, siempre me lo imaginé de esta forma: espontánea. Con deseo y con ganas de más.
Y es que era un gran paso después de todo lo que había hecho por ti, Beck. Pero no todo lo bueno dura para siempre, ya que fue interrumpido por alguien. Con disgusto y sonrisa fingida me separe de ti. Y si es que estuviéramos en otras circunstancias, le diría a la persona que nos interrumpió que se fuera a la mierda, pero para mi mala suerte estaba en el trabajo.
Pero vaya sorpresa que me lleve al ver a la persona que estaba detrás de ti, Beck.
Era alta, no tanto como yo. Por tu blusa se nota que no te gusta mucho que te miren por tu escote, además de tu blazer que te tapaba del frío de afuera. Sonreíste avergonzada por habernos interrumpido.
Lo cual sacaste un terrible chiste pero fue una manera de disolver el incómodo ambiente.
—No tengo efectivo pero puedo darte mi tarjeta. —Sonreíste tímida, haciéndote para atrás un mechón de pelo.
Nuestras manos rozaron al momento que me entregaste tu tarjeta, pero se sintió algo extraño a la hora de tocarnos. No porqué tu o yo lo desearemos, y por la forma que me viste, lo notaste también.
Era extraño.
Nunca habíamos hablado, era primera vez que estaba en este local. ¿Entonces porqué la siento tan cercana?
Sydney Harper Collins.
Está claro que ya lo había escuchado desde antes, pero el problema no era ese. Hasta que vi a la lejanía a Margaret, una clienta frecuente y una amiga. Y fue cuando me di cuenta de todo.
Sydney era su sobrina, la famosa Dede. La cual me hablaba bastante y la que se mudaría a Nueva York. Realmente nunca me image que fueras así, no por que no creyera en Magi, si no que nunca me había interesado mucho que digamos en su sobrina. Tu postura y seguridad habla mucho de ti, al igual no titubeas ni dudas en tus palabras, se nota que te gusta tener todo en orden.
Pero... ¿Lo eres? ¿Realmente eres así todo el tiempo?
Al escucharlas decir como se debían ir, me despedí de ti con mi mano, sonriendo. Después de fijarme que cruzaron la calle, encargué algunas cosas para poder salir y poder comprar el estupido café que me pidió Benji.
