11. Visita inesperada.

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Narra Joe

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Narra Joe

¿Por qué es tan sencillo que en una sola llamada se pueda apagar una chispa?

Beck.

¿Hice todo esto para nada?

No soy malo, solo quiero lo bueno para ti y eso es lo que no sabes. Soy bueno, no juzgo a las personas. ¿Por que el mundo no se da cuenta de lo bueno que soy? Solo protejo a las personas que quiero. Porqué si no lo hago yo, nadie mas lo hará.

Benji era un hombre malo, solo quería lo peor de ti. Usarte y creo que nunca te podrás dar cuenta, por que ya lo mate.

—¡Carajo! —Tire el termo al auto, estaba muy enojado y decepcionado de mí mismo.

Recordatorio, nunca responder llamadas cuando estés deshaciéndote de un cuerpo.

—¿Que haré ahora?

Siendo sincero, no quería ir a mi casa y ahora no puedo ir a la tuya, Beck. ¿La librería? Peor, solo me recordaría de lo que le hice a Benji.

—Sydney... —Susurre, antes de arrancar el auto y salir del gran bosque, asegurándome de no dejar los dientes del que una vez se llamo Benji.

Me sentía asqueroso pero había hecho algo bueno, me deshice de un hombre malo. Dios, yo nunca hubiera matado a nadie, pero ahí estaba esa línea del amor y yo estoy dispuesto a pasarlo.

Por ti, Beck.

¿Tu me entenderías, Dede? ¿Piensas igual que yo? Créeme, él era malo. Haría lo que sea y no habría nada que me impidiera hacer lo correcto.

Estaba cerca de su casa y la llame, en serio necesitaba estar con alguien en estos momentos. No quería estar solo y peor con esta lluvia.

¿Si, j-joe? —Me sentí extraño, su voz estaba entre cortada.

¿Te encuentras bien? —Pregunte alarmado, pronto llegaría su casa.

¡Perfectame! ¿Y-y tu? ¿Necesitas algo? —Silencio—. Es demasiado tarde.

¿Estas en tu casa? —Escuche como decía si varias veces—. Iré dentro de tres minutos.

Si, podía ser muy inesperado pero en serio necesitaba a un amigo en estos momentos. Y sabía qué Sydney me podía aconsejar sobre qué hacer después de lo idiota que fui.

Estacione el auto enfrente de la casa de Magi, y observe mejor el lugar. Tenía grandes ventanas pero no podía ver nada en ellas por que estaban cubiertas por unas cortinas, menos unas.

Cerré el auto y toque la puerta viendo al suelo, pensando las miles de cosas que pude haberle dicho a Beck. Pero sólo tocará pensar ya que no puedo hacer nada ahora.

Marque de nuevo pero me manda al buzón, ¿que más puede doler?

—¡Joe! Dios, pensé que tardarías más... —Susurro sonrojada, noté como estaba sudando.

𝐃𝐑𝐎𝐖𝐍 | Joe Goldberg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora