49. Enfrentamiento.

1.1K 110 29
                                    

Narra Narradora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Narradora

¿Te recuerdas de Blythe e Ethan? —Ophelia asintió, estaba pintándose las uñas.

—¿Quienes son? —Preguntó Geraldine confundida.

—Son mis amigos, Ethan trabaja en la misma librería que Joe... Y Blythe es novia de Ethan.

—No es Ethan Moore, es otro Ethan. —Aclaro la castaña.

—Si. Al parecer se mudaron juntos y harán una fiesta de bienvenida. —Silencio—. Me invitaron.

—¿Iras?

—Maybe, quien sabe. Son mis amigos y haría lo que sea por ellos, pero eso significa que tengo que ver a Joe.

—Cariño. Si vas o no vas, es tu decisión y si sientes que aún no es el momento de afrontarlo, no lo harás.

—Han pasado casi dos semanas, y no por Joe faltaré a la fiesta que con tanto sudor y esfuerzo les tomó a ese par de enamorados.

—Esa es la Dede que conozco, ¿cuando es la fiesta?

—Es el sábado.

—Bien, hoy es jueves. ¿Quieres regresar ya? Geraldine de todas formas ya tenía que regresar.

—Si, solo tengo que avisarle a mi padre que nos iremos mañana o el sábado en la mañana.

Ambas amigas asintieron, a pesar de que Geraldine no quería hacerlo. Sabía que tenía una vida en New York que debía continuar.

Sydney sin embargo, recibió un mensaje y solo suspiró. Tomando algunas cosas y ponerlas en su bolsa.

—¿Adonde vas? —Ophelia vio a su amiga, pero al ver su mirada ya no dijo nada.

—Ya regresó, debo hacer algunas cosas. No hagan mucho sin mi. —Sin más se fue del lugar, dejando confundidas y con el estómago revuelto a Ophelia.

Sydney a pesar de decirle todo a sus amigas, habían cosas que debía hacerlo por ella misma o simplemente guardárselo. Ella sabía que podía confiar en ellas, pero para este tipo de cosas.

Debía hacerlo solo ella.

No necesitaba que se preocuparan por ella. Pudo con él una vez, podrá hacerlo de nuevo.

—Maldito drogadicto. —Suspiró, sin más encendió el auto directo donde debía ir.

Al parecer el muy desgraciado se estaba quedando a vivir en unos apartamentos no muy lejos de su casa.

Él mensaje de su investigador privado fue específico. Se estaba quedando en la habitación doscientos once, segundo nivel. El residencial era blanco, y sabía cuál era perfectamente.

—Por fin encontré tu madriguera, hijo de puta. —Estacionó el auto cerca del lugar y sonrió aquel que pasara por el lugar.

Al ver una niña abría la puerta, ella también se acercó y espero para poder pasar.

𝐃𝐑𝐎𝐖𝐍 | Joe Goldberg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora