47. Anavrin.

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Narra Narradora

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Narra Narradora

Sydney entró a su casa, todas las luces estaban apagadas y cuando estaba pasando por la sala de estar.

Noto como ahí estaba su padre durmiendo.

A pesar de que su padre no tenía la culpa, no entendía por qué reaccionaba así. Simplemente exploto.

—Papá. —Dijo por fin, acercándose a él y arrodillarse.

Mark se levantó asustado, pero al ver a su hija enfrente de él sonrió. Llorando ahí con ella.

—Hija, Dios mío. Me asustaste tanto. —Se separó de ella, Sydney comenzó a limpiar las lágrimas de su papá.

—Lo siento, no debí... Irme sin más, es solo, que me molesto que quieras que yo esté con Ethan. —Silencio—. Estoy enamorada, papá.

—Yo, lo siento cariño. Es solo que, no lo sé, quiero que seas feliz y pienso que Ethan podría hacerte feliz. Me preocupó por ti y no quiero que vuelvas a sufrir como antes.

—Yo amo a Joe, papá.

—¿El chico que te acompaño al cementerio? —Asintió.

Pero ahora la que estaba llorando era Sydney, dejando sorprendido al mayor.

—¿Que sucede hija? Sabes... Que puedes contarme lo que sea. ¿V-Verdad?

—Me confesé a Joe, papá. Pero, él no me ama como yo lo hago con el. —Ríe aún con lágrimas—. Y él no tiene la culpa de mis sentimientos, fui yo la que me hice ideas de que podríamos llegar a formar una relación.

—Hija...

—Así es, tengo el corazón roto. Y no puedo fijarme en Ethan de esa manera cuando mi corazón ya tiene el nombre de Joe escrito.

—Cariño, tampoco es tu culpa. Simplemente a veces la vida es injusta y no te da lo que quieres, pero de maneras inesperadas. Te ponen a personas que agradecerás por haberlas conocido.

Sydney inevitablemente recordó al oficial de hace rato y sonrió.

—¿Joe te hacía sentir en calma? —Asintió, sentándose a un lado de él.

—Si, carajo. Por supuesto que me daba una paz que nadie en mi vida me ha dado, dejando de lado a la familia. —Aclaró—. Tía magi me lo presento y nunca me llegue a imaginar que estaría aquí, llorando contigo por tener un corazón roto.

—La vida puede sorprenderte, cariño. Pero no por eso te detendrás, aún te falta mucho por vivir. Por amar.

—Lo se, pero por esta vez... Déjame llorar, ya no quiero fingir que estoy bien. Por qué nada lo está. —Harper solo asintió, abrazando a su hija.

—A veces quisiera guardar tu noble corazón en una caja de cristal, para que nadie te lastime. Pero se que ya no eres una niña, pero para mi siempre lo serás. ¿Ok? —Sydney lo vio y asentía con lo que decía—. Y si joe es a quien amas, yo lo aceptaré.

𝐃𝐑𝐎𝐖𝐍 | Joe Goldberg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora