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7 °C

Poché.

Ya no era una loba, pero tampoco era Poché todavía.

Era una matriz palpitante, henchida de pensamientos racionales que deseaban salir: el bosque helado a mi espalda, la niña del columpio, el sonido de dedos pulsando cables de metal. El futuro y el pasado convertidos en la misma cosa; nieve y verano y, luego, otra vez nieve.

Una telaraña multicolor hecha trizas, una superficie de hielo agrietado e inmensamente triste.

—Poché —dijo la chica—. Poché.

La chica era el pasado el presente el futuro. Quise responder, pero estaba rota.

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