3° C
Daniela.
Beck salió al patio trasero, dejando un rastro sobre la fina capa de nieve que lo alfombraba. Llevaba un abrigo oscuro que remarcaba las angulosas formas de sus hombros. En el interior de la casa, Isabel, Olivia y yo observábamos la
escena desde la puerta de cristal, dispuestas a ayudarle si era necesario; pero, mientras observaba a Beck alejarse lentamente en su último día como ser humano, me sentí muy sola. Beck sujetaba en una mano un trozo de carne roja relleno de somníferos, mientras la otra le temblaba sin control. Cuando estaba a unos diez metros de la casa, Beck se detuvo, dejó la carne en el suelo y dio varios pasos hacia el bosque. Paró de nuevo y alzó la cabeza en un gesto que reconocí: estaba escuchando.—¿Se puede saber qué hace? —inquirió Isabel.
No respondí. Beck se colocó las manos sobre la boca a modo de altavoz. Aunque yo estaba
dentro de la casa, oí perfectamente lo que decía.—¡Poché! —llamó—. ¡Poché! ¡Sé que estás ahí! ¡Poché! ¡Poché! ¿Recuerdas quién eres? ¡Poché!
Beck siguió gritando el nombre de Poché hacia el bosque vacío y helado, temblando cada vez más violentamente. De pronto, trastabilló y apoyó las manos en el suelo para no caerse. Me tapé la boca con las manos, sintiendo cómo las lágrimas me resbalaban por las mejillas. Beck llamó a Poché una vez más, y entonces los hombros se le encorvaron y comenzaron a retorcérsele. Sus manos y pies arañaron la nieve, llenándola de
cicatrices. La ropa, ya demasiado holgada y enredada, se le quedó colgando del cuerpo, y se desembarazó de ella sacudiendo la cabeza. El lobo gris se quedó en el centro del patio, mirándonos a través de la puerta de cristal. Se alejó de las ropas que ya no volvería a vestir, y de pronto se detuvo
y se volvió hacia el bosque. Entre los oscuros pinos apareció un segundo lobo con el pelaje salpicado de nieve. Avanzó cauteloso hacia la casa y sus ojos me encontraron tras el cristal.
Poché.
ESTÁS LEYENDO
Temblor
WerewolfCuando el amor te hace temblar en otoño, es mejor que el invierno no llegue nunca: las primeras nevadas pueden arrebatarte a quien más deseas. Hace años, Daniela estuvo a punto de morir devorada por una manada de lobos. Inexplicablemente, uno de ell...