Capítulo VIII

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BETTY

En mi vida he ido a un centro comercial a comprar ropa. No sabía qué elegir, ni qué talla de ropa era.

Me encontraba mirándome al espejo, analizando cómo me quedaba la ropa que había elegido.

Unos shorts junto con un suéter rosa. Me encantaba como me quedaba, lo único malo, se notaban los moretones en mis piernas. De que en algún momento se irán, pero tarda demasiado y mi piel blanca hace que resalten más.

Continúe probando más prendas de ropa y luego salí del vestidor con la ropa que elegí en mis manos.

— no me dejaste ver cómo te quedaba la ropa — dijo caminando a mi lado hasta la caja registradora.

— me verás con ella todos los días — le regalé una sonrisa mientras dejaba la ropa para que la pudieran registrar.

— pero yo quería ver — pasa sus brazos por mis hombros, recordame que es más alto que yo.

Jughead pagó la ropa y luego salimos del local con varias bolsas en nuestras manos.

— princesa, dejamos esto en el auto y ¿vamos por un helado?

— ¡Si!

Caminamos hasta el auto y guardamos todas las bolsas en la parte de atrás. Cuando Jughead ya no tenía nada en su manos tomó mis mejillas y me besó delicadamente.

— tus labios son como una droga para mí — susurro antes de separarse de mí — me encantas princesa.

Yo me sonroje al instante, no estoy acostumbrada a que me digan estas cosas.

Rodeó mi cintura con sus brazos y nos dirigimos hasta la heladería.

— ¿de qué sabores quieren los helados? — hablo el muchacho que nos atendió.

— chocolate.

— uno de chocolate y otro de vainilla por favor — completó Jughead.

Nos entregaron los conos y los comimos mientras hablábamos de cualquier cosa.

«Hasta se ve lindo comiendo helado»

Luego de comer el helado nos dirigimos a casa. Nunca cambiaré mi pensamiento de que esta casa es como un castillo.

— papi ¿Por qué tienes una casa tan grande si vives acá solo? — dije mientras me tiraba al sofá junto a él.

— primero. No vivo solo, vivo contigo. Y segundo. Me gustan las casas grandes.

— ¿estaremos juntos para siempre papi? — es una pregunta que siempre ha estado en mi cabeza.

Jughead hizo que me sentara sobre él y acarició mi cintura. Se siente raro estar en esta posición.

— es lo que quiero. No quiero separarme de ti princesa.

— yo igual papi.

Él se sentó sin quitarme de encima y me besó. Pero esta vez fue un beso diferente, no fue tierno y dulce como los demás, era un beso de deseo y lujuria.

Puse mis manos alrededor de su cuello y enrede mis dedos en su cabello. Sentí como sus frías manos tocaron la piel de mi abdomen y un jadeo salió de mis labios.

— papi yo... Yo nunca he estado con nadie — dije separando nuestros labios.

— lo sé — organizó mi cabello — ¿tú quieres hacerlo princesa? No me enojaré si dices que no.


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