Capítulo XXXV

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BETTY

— papi ¿ya nos podemos ir a casa? llevamos todo el día aquí.

— no, aún no princesa, me faltan unas  cosas.

Bufé y me apoyé en su hombro viendo la pantalla de la laptop, donde hay muchas gráficas, letras y números que no logro entender.

— ¿Por qué trabajas tanto papi?

— Es importante, si no trabajo no tendría ni mi casa, ni mi auto ni muchas otras cosas más.

— Pero es que te exiges mucho papi, mantienes muy cansado y no duermes bien. Tampoco me das la atención que necesito, es como si prefirieras el trabajo antes que yo o qué Cheryl... — el suspiro — hace pocos días hablé con ella y dice que estás muy distante con ella y que te extraña.

Él apartó sus manos de la laptop y puso una de ellas en mi rostro para poder besar mis labios y la otra la puso en mi muslo desnudo.

— eres demasiado tierna.

— solo me preocupo por ti papi, además hace muchos días no tenemos sexo.

Una sonrisa se posó en sus labios y le dio un fuerte apretón a mi muslo haciéndome reír.

— pero estás muy ocupado para hacerlo papi — la sonrisa se esfumó de sus labios haciéndome reír más fuerte.

Él dio una pequeña palmada en mi muslo pero eso no hizo que mi risa se detuviera. En verdad se molesto.

— no seas gruñón papi, tu centro de atención es tu empresa, no yo, lo mejor es que ella te complazca ¿No?

Negó — no, solo tú sabes complacerme como me gusta, además una empresa no se compara contigo.

— entonces, aceptarías dejar el trabajo a un lado y tener sexo conmigo.

Él puso sus manos en mis muslos y las fue subiendo poco a poco hasta llegar con mis pequeñas bragas y sus labios encontraron a los míos creando una sensación genial en mi cuerpo que no sentía hace mucho días.

Sus dedos hicieron a un lado mis bragas y entraron en contacto con mi leve humedad. Abrió mis pliegues y esparció mis fluidos por toda mi intimidad.

Un gemido escapó de mis labios cuando presiono en mi palpitante clítoris, haciendo movimientos circulares sobre él.

Empezó a dejar pequeños besos por mis mejillas, bajando por mi cuello, donde succiona cada parte de él.

— quítate la blusa princesa.

Asentí e hice lo que me ordenó, y junto con la blusa, también desapareció mi sostén. Sus labios tocaron mis pezones, dejando besos húmedos por mi piel.

Por impulso empecé a mover mis caderas sobre sus dedos formando una sensación genial en mi cuerpo, atrapó mi labio con mis dientes tratando de no emitir ningún gemido, no quiero que nos escuchen.

— no hagas eso — dijo liberando mi labio — te lastimas mi amor.

— nos... Pueden escuchar — logré decir.

— ya no hay nadie en la empresa, solo estamos tú y yo... Así que gime para papi pequeña.

Él sumergió dos de sus dedos en mi y con su pulgar seguía estimulando mi clítoris, todo eso lo hacía a distintos ritmos llevándome a la locura.

Los gemidos salían sin control de mis labios y se que eso prende mucho a Jughead, cada vez que lo hago siento como se pone más duro debajo de mi y eso solo hace que lo quiera dentro.

— córrete en los dedos de papi princesa — susurro en mi oído, causándome escalofríos.

Aceleró el movimiento de sus dedos y yo el de mis caderas, y en tan solo segundos estalló. Me recosté en el hombro de Jughead sintiendo el sudor caer por mi frente y cerré mis ojos dejando pasar la sensación del orgasmo.

Abrí mis ojos encontrándome con la imagen de Jughead saboreando sus dedos.

— tan deliciosa como siempre — murmuró — ahora en cuatro, sobre el escritorio.

— ¿En verdad lo haremos aquí? — pregunté levantándome de sus piernas.

— si, nuestra primera vez en la oficina. Una fantasía cumplida.

— ¿Nunca lo has hecho aquí?

— nunca — dijo mientras quitaba mi falda y me dejaba solo en bragas.

— ¿Desde cuándo tienes esta fantasía?

— haces muchas preguntas Betty.

Me volteó y soltó una nalgada para luego bajar mis bragas por mis piernas.

— en cuatro — volvió a nalguear.

Aparte las cosas del escritorio y puse mis manos y rodillas sobre el frío material del escritorio, mientras Jughead se deshacía de su ropa.

Sentí su miembro en mi entrada lo que me hizo jadear y mover mis caderas para sentirlo un poco más. De una sola estocada entró en mí y continuó con las fuertes embestidas mientras azotaba mi trasero.

Gemidos incontrolables salen de mis labios y se que pronto llegaría a mí orgasmo al igual que él.

El detonante para que pudiera explotar fue escuchar el gruñido que salió de sus labios y sentí como sus líquidos se liberaron dentro de mi haciendo que sus embestidas fueran más lentas mientras yo era una gelatina sobre el escritorio.

— te amo — susurro.

— yo a ti.






















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