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Un despertar glorioso

Despertar después de una noche como esa debería de ser un completo delito porque todo eso me estaba pasando factura

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Despertar después de una noche como esa debería de ser un completo delito porque todo eso me estaba pasando factura. Lo único que quería es desaparecer.

Me remuevo en la cama soltando un quejido al momento que siento el dolor recorrer mi cuerpo y gruño cuando la cabeza me palpita. Dios como duele. Mi cuerpo se aferra a la almohada junto de mi como si eso fuese a ayudar en algo, quería seguir durmiendo. Ni siquiera he abierto los ojos y ya me siento terrible. Creo que todo está dando vueltas y si no supiera que estoy en mi cama pensaría que estoy en un juego mecánico dando vueltas.

De verdad que no volveré a tomar alcohol en mi vida.

Ajá.

Está vez va enserio.

Reúno las fuerzas necesarias para abrir los ojos y termino cerrándolos al sentir el impacto de la luz. Froto mis ojos pensando en lo que hice o más bien lo que Ares hizo anoche sintiendo como me arde la cara.

Acostumbrada a la luz volteo a un lado de la cama para encontrarlo vacío, recorro la habitación y no hay señales de él, tampoco puede estar en el baño porque no se escucha ruido. Se ha ido. No sé cómo sentirme al respecto. Podría pensar que todo lo que ocurrió anoche lo soñé, pero llevo una playera puesta y que mi cabello sea un enredo porque lo dejé húmedo es suficiente evidencia para saber que fue real.

Salgo de la cama quejándome al sentir como si me hubiesen apuñalado mi cabeza, múltiples veces. Miro hacia la mesita de noche encontrándome con unas pastillas y un vaso de agua, sonrío débilmente e ingiero las pastillas que seguramente ayudarán con el dolor.

Me dirijo al baño para hacer mis necesidades, al lavarme la cara siendo como una presión en mi estomago hace que en pestañeo me encuentro arrodillada deshaciéndome de todo lo que ingerí anoche. Hago una mueca de desagrado y me levanto lavándome la boca, quitándome ese horrible sabor. Viéndome en el espejo, veo que soy un desastre, el rímel corrido y el cabello enredado. Un estornudo hace que cierre los ojos y el frio me recorre el cuerpo, creo que no ha sido muy inteligente de mi parte dormir con el cabello húmedo y solo una playera. Sorbo mi nariz e intento no estornudar de nuevo, algo me decía que pagaría muy caro todo lo que paso anoche.

Colocándome ropa interior, pantalones holgados y una sudadera ya que no quería terminar con un resfriado. Arreglo mi cabello en un moño mientras intento encontrar mi teléfono, hasta lo busco debajo de mi cama esperando que este ahí, pero nada. Lo que si veo son los zapatos de Ares frente a mi cama, luego ropa arrugada y eso me hace pensar que sigue aquí. Al instante imágenes de la fiesta vienen a mi cabeza, como me embriagué, estuve a nada de probar esas pastillas y terminé dándome un baño con Ares.

Más que un baño, querrás decir.

Sentándome al borde de la cama, aquello solo hace que tenga más presente lo que sucedió anoche entre nosotros, me recuesto porque no sé en qué narices estaba pensando cuando le hice caso a Ares de bañarme y tampoco sé que pensaba cuando le dije que me ayudara.

No me digas adiós [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora