¿Cómo saber si es amor?
Miro el rostro inerte de Ares, tranquilo y levemente iluminado por la claridad de la luz de la mañana. Tiene uno de esos rostros que podría decir es de la época del Romanticismo o Posmoderno. Es perfecto. Se ve tan tranquilo, sus facciones están relajadas y me pierdo en la curva de sus largas y espesas pestañas, bajando por su nariz respingara y puntiaguda hasta llegar a esos labios levemente rellenos con un tono natural rosa.
Hace un par de minutos que desperté estaba con la cabeza recargada en su hombro y con mi brazo envolviendo su torso desnudo. Sin querer apártame lo hice pues tenía calor, calor que me proporcionaba su cuerpo. Al verlo sentada, noté que la mitad del cuerpo de Ares estaba cubierto por las sábanas ya que me había apropiado del resto, no parecía molestarle en lo más mínimo porque duerme plácidamente mientras detallo cada parte de su rostro, limpio y pálido. Su pecho sube y baja lentamente, las manos me pican por tocarlo y tomo la excusa tonta de apartare un mechón de cabello que le cae de manera rebelde por su frente para descender mi mano por su pómulo hasta recorrer con mi dedo su barbilla y bajar por el cuello...
La puerta se abre y me aparto alzando la sabana contra mi cuerpo de manera repentina, apretándola a mi pecho para ver a Gabriella algo seria en la puerta sin entender nada. Sus ojos cafés se desvían a la persona junto de mí y no puede evitar abrir un poco los ojos sorprendida mientras siento al instante como me arden las mejillas.
—¿Qué pasa? —soy la primera en hablar y mi voz sale un poco ronca pues no tiene mucho que desperté.
—Tienes visitas —dice señalando detrás de ella y regresa la vista hacia Ares que duerme plácidamente.
Arrugo la frente, ignorando la mirada que me da Gabriella pensando en quien podría ser, no espero a nadie y no sé qué hora es, pero algo me dice que no es temprano y que no tengo la menor idea de quien podría estar aquí
—¿Quién es? —pregunto sin moverme.
—Tú mamá.
Los ojos se me abren quedándome congelada con sus palabras.
Oh no.
Miro al castaño dormir y luego veo a Gabriella para enseguida regresar los ojos sobre de Ares. Madre santísima.
Trago con dificultad si poder créemelo, sin saber qué diablos hacer. Joder.
—¡Callie! —alza la voz Gaby— ¡Reacciona! Tu mamá esta abajo y si no te vistes, querrá subir.
Me señala con los ojos a la persona durmiendo junto de mí. Aquello me saca del pequeño trance en el que me quede, tenía razón y necesitaba hacer algo ya.
—Iré en unos minutos, dile que... que me estoy cambiando y ya bajo —mi voz tiembla un poco al igual que todo mi cuerpo en estos momentos.
Gabriella asiente y sale de la habitación cerrando la puerta, apenas hace eso me quito las sábanas de encima en un movimiento rápido para ver que no llevo los shorts de mi pijama, solo la parte de encima, la blusa que no cubre lo suficiente y mis bragas.
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No me digas adiós [1]
RomanceCallie es una chica cuyos problemas los podía contar con los dedos de su mano, inteligente, divertida con complejo de comediante y siempre ha mantenido un perfil bajo en la universidad, hasta que él llega y la saca de su zona de confort. Jamás se vi...