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Caos

Ares

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Ares

Me fui sin importarme nada sabiendo que me estaba conteniendo, quería romper la maldita mesa en dos y tirar todo a la mierda, pero me aparté y justo cuando iba a subir las escaleras. Lo escuche. Escuche aquella voz que podría reconocer en cualquier lugar, hablando y defendiéndome delante de mis padres. Escuché todo, cada palabra hasta que se le quebró la voz y la vi salir del lugar.

Me apresure a llegar hacia ella y la tome entre mis brazos sin entender porque había hecho eso, se había enfrentado a mis padres, principalmente a mi padre sin importarle nada.

Su aroma me inundo y sentí la calidez de su cuerpo entre mis brazos haciendo que no me contuviera más. Deje que me sostuviera por primera vez mientras me envolvía y enterraba el rosto en su cuello inhalado aquel aroma que de alguna estúpida forma me tranquilizaba. Sus pequeñas manos recorrían mi espalda y no la quería soltar, joder no quería y ella tampoco lo hizo en ningún momento. Se mantuvo ahí y me concentre en sus respiraciones, los latidos de su corazón que estaban tan acelerados que por un momento me preocupe, pero se fueron estabilizando.

No sé cuánto tiempo pasa mientras estamos abrazados en el oscuro pasillo, sin querer hacerlo me aparto y cierra los ojos haciendo que me pase una mano por el rostro aclarándome la garganta.

—No tenías por qué hacer eso —digo, por la escasa luz apenas puedo ver como arruga las cejas.

—Solo quería que vieran que eres más que todo esos reclamos y exigencias —se le quiebra la voz.

—Gracias.

La atraigo de nuevo hacia mi abrazándola porque no quería hacer nada más y enseguida me rodea con sus manos la cintura.

—Nunca te dije la razón por la que me expulsaron —menciono suspirando.

—No tienes por qué hacerlo si no quieres.

—Quiero hacerlo, ven.

Me aparto y le indico que vayamos hacia la puerta de atrás donde hay una terraza, un área abierta y antes de salir tomamos unos abrigos, le doy uno a Callie que le ayudo a ponerse y tomo su mano llevándola en silencio.

Al llegar me quedo viendo la oscuridad, más allá de donde las farolas de luz alumbran, me recargo contra el barandal y Callie se mantiene a mi lado. No la miro porque ver esos ojos me dirían todo lo que no quiero saber. Todo aquello que le he estado ocultando porque sabía que cambiaría la perspectiva que tiene sobre mí.

Miré hacia la oscuridad trayendo de regreso aquellos recuerdos que había decidido apartar, pero que mi padre no podía soltar y por lo tanto eso hacía que yo tampoco. El hecho de mencionarlo cada que se daba la oportunidad me molestaba porque si ya había enterrado y salido adelante a pesar de que la cague, no entendía por qué él no podía. Tenía que dar su maldito discurso sobre cómo deje en mal el apellido y a la familia, cuando ellos no saben lo que realmente sucedió.

No me digas adiós [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora