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Un pequeño favor

Son pasado de las seis y Max estará aquí en cualquier momento

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Son pasado de las seis y Max estará aquí en cualquier momento.

Me veo por última vez en el espejo de la sala, intentando entretenerme en algo para no ponerme nerviosa. Llevo unos jeans rotos negros con mis botas y una blusa verde esmeralda de manga larga. No tenía ni la menor idea de a donde iríamos y el clima está un poco fresco, solo espero que vayamos a comer algo, no he almorzado y no me negaría a un poco de comida.

El cabello me cae por los hombros hasta debajo de mis pechos, tengo que cortarlo, pero me hacía falta tiempo. Con las clases, las tareas, los proyectos, el teatro, el trabajo en el que parecer ser que les gusta como redacto y es por eso me mandan más artículos cada día, apenas y puedo hacer otras cosas. No he visto mucho a Ares, solo nos saludamos en la escuela y cuando va al taller estamos juntos conversando, pero nada más porque no hemos tenido un momento a solas y esperaba que pudiese ser pronto. Realmente lo ansiaba.

El timbre me sorprende y pego un brinco del susto sacándome de mis pensamientos. Antes de ir hacia la puerta revoloteo mi cabello un poco y cuando me gusta como ha quedado, voy a abrir. No sé porque toda esta situación me pone de nervios, pero hago mi mayor esfuerzo para no estarlo.

—¿Lista? —pregunta apenas me ve, recorriendo descaradamente mi cuerpo con sus ojos oscuros hasta reparar mi rostro ofreciéndome una sonrisa coqueta.

Asiento y me hace una señal para que salga.

Entramos a su auto deportivo azul eléctrico y miro hacia la casa esperando que ninguna de las chicas se entere porque ni yo estoy segura de que es esto y sus interrogatorios son los peores, tres contra uno es una gran desventaja y no estaba para esas cosas.

Puedo oler un peculiar aroma cuando estamos dentro, huele a limpio, pero hay algo más. A mi mente llega que es lo que puede ser y me remuevo en mi lugar de tan solo pensarlo. Enciende el motor que hace un poco de ruido y salimos disparados hacia la calle. No me asusto ni nada pues esto acostumbrada a las altas velocidades porque el castaño le gusta poner su vida en riesgo.

Salimos de la zona de residencias del campus y nos dirigimos hacia el centro.

—¿No quieres saber a dónde vamos? —se voltea rápidamente a verme.

Llevo todo este tiempo dentro de mis pensamientos que no me moleste en hacerlo.

—¿Me dirás? —hablo cuando ha regresado la vista al frente.

—Le das mucho rollo.

—También lo estás haciendo —contraataco y este sonríe de lado.

—Espero que te guste la comida china porque iremos ahí —dice relajado y enseguida una sonrisa se forma en mi rostro.

—Me gusta —aseguro.

No dice nada más y enciende la radio, no estamos mucho en silencio pues llegamos al lugar de comida China que ha mencionado y bajamos del auto.

No me digas adiós [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora