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Juego perverso

El proceso no es tan lento, aunque ante mis ojos se siente asi

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El proceso no es tan lento, aunque ante mis ojos se siente asi. El señor Hooley se encarga de presentar todo lo que tenemos y yo lo escuchó atentamente.

—La acusación que hace mi cliente está avalado por evidencia videográfica y fotográficas, de igual forma cuenta con exámenes realizados en las fechas de los acontecimientos —muestra Baron la evidencia y se me revuelve el estómago de tan solo recordar lo que vi en casa de Max.

Prosigue diciendo que se conoce el tipo de droga al cual fui inducida. El señor y la señora frente a nosotros toman las fotos y las ven, ya han sido notificadas con ellas, pero aun así lo examinan.

—Tenemos las grabaciones del lugar en el que ocurrieron los hechos y se ve claramente como le ponen algo en la bebida —reproduce las grabaciones— después se le ve salir con el señor Davis cuando ella apenas y podía caminar.

—Rhett Davis —dice el señor y asiento.

Miro al Baron que me da un asentimiento de cabeza para que continúe.

—Hay alguien más que me gustaría denunciar.

Las personas a nuestro al rededor me observan para después asentir y hablo, por fin poniéndole nombre a quienes me hicieron esto. Lo digo todo sin titubear, ellos hacen algunas preguntas más y al terminar el proceso, comprueban datos y se firman papeles. Nos dicen lo que sucederá y como es que debo proceder con la demanda, no será un proceso fácil, pero tampoco imposible.

Termino con una sensación extraña porque al salir del lugar soy totalmente consciente de que soy parte de una cifra, 97% de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia a manos su pareja o por otras personas y una de cada cuatro jóvenes de entre 15 y 24 años que han tenido alguna relación íntima lo habrán padecido al llegar a los 25. Básicamente las estadísticas nos dicen que pasará, tarde o temprano sucederá, que alguien llegará y se sentiría con el suficiente poder de ponernos una mano encima, de suponer que es lo que queremos hacer y justificarse con estúpidas excusas.

Todo porque no se enseña a respetar, que no debes interponer tus necesidades y lo que quieres ante una persona y saber que no puedes simplemente tomarlo. No debería de ser así.

Nada te da el derecho de tocar un cuerpo que no es tuyo. Aprender a tener el consentimiento de la otra persona para realizar cualquier cosa, no solamente tener relaciones consensuada sino en cosas simples como un abrazo, un beso, una foto, cualquier cosa que involucre a alguien más, se debe tener su permiso, antes que nada. No puedes solo tomarlo como si no pasara nada, todos sentimos y tenemos derechos, por lo cual se debe aprender a qué por ningún motivo, puedes suponer lo que la otra persona quiere.

Nada debería ser una invitación a realizar un acto sexual sin el consentimiento de la otra persona.

Jamás se me pasaría por la cabeza que, por vestirme de cierta forma, actuar de alguna manera o que por estar demasiado ebria en un ambiente donde es bastante común estarlo, eso sería suficiente motivo para que alguien venga y viole todos mis derechos como persona. No es asi.

No me digas adiós [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora